Manuel Malaver | El Diario de Caracas
Hoy, o quizá mañana, o pasado mañana, Venezuela debe conocer cuál será la vía elegida por la MUD para poner fin al peor gobierno que ha sufrido el país en toda su historia: el de Nicolás Maduro.
Un mandato derivado del abrumador caudal electoral que votó por la Unidad en las pasadas elecciones parlamentarias del 6D y que, si tardó en aplicarse, fue porque, de acuerdo a la Constitución y la tradición democrática, primero procedía agotar la vía del diálogo para que Maduro cambiara el rumbo económico y desechara el infame modelo socialista que tanta ruina ha significado para Venezuela y los venezolanos.
Maduro, sin embargo, no aceptó los llamados al diálogo y una y otra vez insistió en que solo el socialismo podía reconstruir lo que que llevaba 17 años destruyendo.
En otras palabras que, no le dejó otra salida a la MUD que proponerse su destitución constitucional, pues sería traicionar al electorado, y no cumplir con por lo menos tres artículos de la Carta Magna, taxativos al establecer que violar los derechos fundamentales es una causal para poner término a un gobierno.
Se ha discutido mucho en el seno de la MUD si la mejor vía para destituir a Maduro es la “Enmienda”, la “Reforma Constitucional” o el “Referendo Revocatorio”, siendo públicos los disensos que han surgido entre los partidos y sus líderes para acordarse en torno uno o varios de estos mecanismos o instrumentos.
A última hora, sin embargo, las informaciones hablan de un acuerdo para adoptar las fórmulas de la “Enmienda” y el “Revocatorio”, simultáneos y en paralelo, para no dejarle vía de escapes a un tramposo que usa los poderes públicos como si fueran sus pandillas de ejecución judicial o extrajudicial.
No ha sido fácil, de todas maneras, llegar a los consensos, pero debemos celebrar que otra vez el espíritu unitario se ha logrado para salvar la democracia y decirle al mundo que, democracia no es necesariamente sinónimo de división, si los líderes tienen la honradez y madurez suficientes la renunciar a banderías y mezquindades.
El tiempo se agota
Por Manuel Malaver / @MMalaverM