Eduardo Antonio Rodríguez
Venezuela ha seguido con especial atención la situación ocurrida con Capriles Radonski. Una horda de colectivos armados rodeó los accesos del aeropuerto Santiago Mariño para impedir la salida de él y su equipo. Colocándolos en la categoría de «rehenes».
El gobierno regional no hizo nada para dispersar la movilización y salvaguardar la integridad de los afectados. Incumpliendo sus funciones en materia de seguridad ciudadana, y de esta forma haciéndose cómplices indirectos del hecho.
Días atrás observamos al gobernador del Estado, Carlos Mata Figueroa, amenazando con privar a los habitantes de Villa Rosa, su derecho a recibir el racionamiento de alimentos que les corresponde por el Programa CLAP.
Evidentemente puede haber algo de relación entre estos dos hechos (#VillaRosa – Capriles). Pero ¿Qué esconde este nuevo show, aparte de intimidar, e intentar demostrar que el Pueblo está con Maduro?
Usemos el GPS y hagamos zoom al asunto.
Cuando de agendas presidenciales se trata, en Venezuela y en cualquier país del mundo, la seguridad del presidente es asunto de Estado. Su investidura requiere salvaguarda, ya que éste, en teoría, representa la voluntad del pueblo, que en su momento le eligió.
Pero cuando un presidente y su gestión no ha logrado conectar con la voluntad popular, las filtraciones de la casa comienzan a notarse. Aquella célebre expresión: «Falló la Seguridad» se volvió a repetir. La improvisación y ruptura protocolar a la cual nos acostumbró Chávez, no es una característica del accionar de Maduro, excepto en su discursiva y, es, entonces cuando la duda emerge y las preguntas florecen.
¿Quién estudió y preparó la agenda presidencial en #VillaRosa?.
Si hay algo en lo que se esfuerza el primer mandatario es en preservar la escasa popularidad con que cuenta. Para ello un amplio equipo de inteligencia y asesores, estudian y preparan el terreno antes de cualquier aparición pública con el fin de blindar mediáticamente el acceso inoportuno del sentir popular que lo rechaza.
Fuera de la capital, se puede intuir que la primera fuente de inteligencia y estudio demográfico, la debe proveer la máxima autoridad oficialista, en este caso Mata Figueroa y su inteligencia. La tan comentada improvisación del accionar de Casa Militar en el sitio, evidencian que había información y plena confianza en que nada iba a «sabotear» la actividad. El estudio de escenarios es imprescindible en este tipo de actividades y ante la evidencia de los hechos, lo más lógico es suponer que ni Maduro ni Casa Militar lo elaboraron, pero con toda seguridad la recibieron.
Pero como pasar por inadvertido el hecho de ubicar al Presidente, en una locación que sólo tiene dos vías o calles de acceso, una para entrar y otra para salir, sin nisiquiera prever el acceso a un helicóptero; Convirtiéndose en un escenario perfecto para aplicar una encerrona.
Es de suponer que la pregunta clave para Maduro no fue ¿Quienes me cacerolearon?, sino más bien ¿Quién le expuso a semejante ridículo?
Si estuviésemos en el set de ¿Quién quiere ser millonario? Las opciones de respuesta no son muchas. Probablemente la audiencia responderia: «Opción A: El rechazo del Pueblo». Pero esto no es una opción, sino algo obvio. Entonces el análisis nos orienta a ver más allá de lo evidente.
Eran las primeras autoridades del Estado Nueva Esparta, quienes tenían la responsabilidad de elaborar un análisis de escenario capaz de advertir lo imprudente que era realizar un acercamiento «cara a cara» con esta población. Los hechos comprueban que esa advertencia no se hizo.
En medio del histórico concierto: «Cacerolas Tonight» de la «Orquesta Sinfónica de Villa Rosa»; la Cacerofobia emergió de la psique del Presidente y los síntomas de agresividad fueron inmortalizados por las cámaras en las redes sociales. Dentro de ese estado de shock, la pregunta es tácita: ¿Quién fue el que le dijo a Maduro que los abrazos le esperaban en la tarima de Villa Rosa?; y ¿Quién corrió la primera voz para que se hiciera un concierto voluntario de cacerolas?.
El ¿Quién y no el quienes? explican el objetivo de las múltiples detenciones ordenadas por la inteligencia del Gobierno, cuya pieza más célebre es la del periodista Braulio Jatar. Y en este caso los índices rojitos piden más la cabeza de alguien de adentro que las de los de afuera. Pero: ¿Qué tiene todo esto que ver con Mata Figueroa, Capriles, y lo que pasó en Villa Rosa?
Parafraseando a Shakespeare: Algo huele mal en Nueva Esparta. Dos posibles lecturas.
Luego del error de inteligencia en el Cacerolazo, la desasistencia policial en el secuestro de Capriles, y el anuncio de suspensión del CLAP a los ciudadanos de Villa Rosa, parecieran medidas lógicas del Gobernador Mata para enviar un mensaje al Gobierno de que su lealtad está más fuerte que nunca, y que está dispuesto a jugarse el todo por el todo.
En una segunda lectura, estos tres últimos hechos han causado un gran daño mediático y político a Maduro. Es de considerar que alguien; que fue profesor del Ejército de los Estados Unidos de Norteamérica, y General en Jefe del Ejército Nacional Bolivariano, jerarquía que sólo dos paisanos suyos han logrado: Santiago Mariño y Juan Bautista Arismendi; no debería tomar las cosas con tanta ligereza.
Asimismo es pertinente recordar que Hugo Chávez, sólo cinco días después de su última rendición de cuentas ante la AN en enero de 2012 y previo al inicio de su último ciclo de quimioterapia, decidió remover al entonces Ministro de la Defensa Mata Figueroa, enviándolo como candidato a la Gobernación de Nueva Esparta. Hecho que quizas denota la desconfianza que Chávez pudo tener en Figueroa ante un futuro escenario que requeriría delegar y dejar en manos seguras parte importante de la gobernabilidad del país.
Es aquí cuando posibles filtraciones en la casa pudieran explicar el efecto «Cacerofobia», declaraciones inapropiadas, irresponsables e impunidad ante el secuestro de Capriles.
¿Cuál de éstas dos lecturas es correcta?;¿Hay leales servidores en el Gobierno, ó “Conspiradores” enclosetados?. Los hechos dan para el análisis y la especulación de que más allá de lo evidente, pueden palparse columnas huecas en las bases, y filtraciones en el techo de un desgobierno que no muestra interés por escuchar los cambios democráticos que el Pueblo y quizás su mismo gabinete, le demandan.