La Real Academia de la lengua española conceptualiza al comunismo como “un sistema basado en la desaparición progresiva del Estado hasta convertirlo en un Estado totalitario, donde sus regímenes actúan en sociedades estatizadas, que consolidan una nueva clase política dominante y militarizada, que gracias al control y usufructo exclusivo de los medios de producción se perpetua en el poder, poniendo en práctica un terror indiscriminado con sangrientas purgas de los opositores reales y posibles”.
Basándonos en esta definición y de conformidad a lo que experimentamos y sufrimos a diario los venezolanos, considero que no debe quedar ninguna duda de que en nuestro país se instauró y se consolida el comunismo del siglo XXI.
Este sistema implantado particularmente en la Europa del Este del siglo XX, se basó en unas tales revoluciones, similares en características y actuaciones a la revolución bolivariana, así nos vemos reflejados en la revolución Bolchevique en Rusia, la revolución cultural de Mao en la China, la revolución cubana y otras.
En las revoluciones del siglo XX donde imperó este nefasto y cruel sistema, se propició la hambruna que acabó con millones de personas, amén de las que disentían, porque eran llevadas a campos de concentración para ser torturadas y posteriormente fusiladas, dado que para la época no existían los llamados DDHH.
El comunismo del siglo XXI tuvo su origen en Venezuela desde la llegada de Hugo Chávez al poder y se profundizó con el Presidente Maduro. Es un sistema diseñado al igual que los anteriores para reprimir y hacer fracasar a la sociedad, mientras unos pocos saquean las riquezas de la nación. No hay otro culpable de la crisis actual que el modelo y sus propulsores. Este sistema pretende lo imposible: distribuir aquello que antes no se ha producido, o peor aún, distribuir quitándole a los que producen para dárselos a los que no hacen el esfuerzo.
Los promotores del modelo en Venezuela, todo lo que se han propuesto lo han logrado, al violar recurrentemente a su conveniencia la Constitución Nacional, resquebrajando el Estado de Derecho con la intención de establecer un Estado Comunal paralelo, así, se plantearon controlar el estómago de los venezolanos y lo lograron, creando desabastecimiento al destruir el aparato productivo infringiendo los derechos de propiedad, acentuaron el terror a la ciudadanía incentivando los actos a delinquir, existiendo total impunidad, provocaron la crisis eléctrica para reducir la productividad empresarial, mantener a oscuras y en zozobra a la colectividad, censuraron, cerraron medios de comunicación, y se acentuó la represión a disidentes y presos políticos.
También, estos malhechores lograron la descomposición de los valores éticos y morales de la sociedad; asimismo, se propusieron la creación de un “hombre nuevo”, como lo soñó y se lo imaginó el Che Guevara, resultando delincuentes y homicidas.
En lo económico, el modelo criminal descapitalizó al sector industrial, alejando el esfuerzo emprendedor, exiliando el talento productivo, es decir, destruyó los incentivos para producir y hundió al país en inflación y escasez.
El comunismo del siglo XXI nos condujo a un drama humanitario de emergencia nacional y de un brutal deterioro de nuestras condiciones básicas de vida. Ahora, lo que resta al régimen es administrar la escasez con la creación de los llamados CLAP, que es jugar con el hambre del pueblo para establecer un poderío absoluto sobre las personas. Ya lo dijo Josef Stalin: “Si controlas la comida del pueblo, tu controlas el pueblo. Y va a estar agradecido de lo poco que le damos «. El objetivo del comunismo del siglo XXI es claro e indignante, mientras más pobre y más necesidad tenga la gente, más fácil será controlarla.
Lamentablemente, los venezolanos nos encontramos acorralados y expropiados de nuestros planes de vida por un régimen perverso que implantó el comunismo del siglo XXI para excluir, esclavizar y multiplicar la pobreza, siendo sus mentores los hermanos Raúl y Fidel Castro, maestros de la manipulación y saqueadores de nuestros recursos, estando a punto de convertir a Venezuela en la segunda Cuba del Continente Americano.
Jorge Cárdenas.