De cómo un humilde teniente del ejército se convirtió en uno de los más acaudalados miembros de la chaveburguesía. ¡Qué broma con los muchachos! Y es que no se ubican, o tal vez por la misma sobreprotección de los padres de hoy en día, no conocen el mundo real, en este caso, la Venezuela de verdad.
Nunca pensó el hijo de Alejandro Andrade (inocente de cualquier delito que haya cometido su padre, por supuesto) que una acción tan común hoy en día como colocar unas fotos familiares en su cuenta de Facebook ocasionaría un escándalo. Pero claro, tampoco eran unas fotos cualquiera, porque pocos venezolanos pueden darse el lujo de retratarse con uno de los nueve finos caballos de su propiedad, valorados en varios cientos de miles de dólares, en un sitio tan elitesco como Wellington, Palm Beach, Florida.
El mismo lugar, por cierto, donde el banquero Víctor Vargas Irausquín mantiene una finca para los caballos de su equipo de polo Lechuza Caracas. ¿Casualidad? Muy difícil. Estamos hablando no sólo de un par de alegres vecinos y amigos, sino de verdaderos socios.
Wellington no es el único exclusivo club que frecuentan Andrade y Vargas. El otro no recibe tanta publicidad pero indudablemente mueve mucho más dinero. Se trata de una red de corrupción y fraude integrada por seudo banqueros-intermediarios-funcionarios, que se enriquecieron de manera obscena, robando las arcas públicas de Venezuela a través de la ilegal manipulación financiera de colocaciones de dineros públicos en bancos privados y de las divisas generadas por los ingresos petroleros, es decir, el dinero de todos los venezolanos.
Los certificados en dólares como mecanismo de financiamiento del PSUV y de enriquecimiento personal. Las andanzas de esta red financiera habrían operando un esquema ilegal en base a certificados en dólares y manipulación de la deuda externa del país. Víctor Vargas La Oficina Nacional del Tesoro (ONT) y el Banco Central de Venezuela (BCV), en complicidad con cuatro bancos privados (BOD, BFC, BANPLUS y Banco Caroní) habrían negociado certificados en dólares a través del mercado paralelo con el objeto de financiar parte de la campaña política del partido de gobierno y también obtener ganancias personales para sus operadores, los funcionarios Claudia Díaz Guillén (ONT), Nelson Merentes (BCV); el intermediario Alejandro Andrade (PSUV) y los seudo banqueros Víctor Vargas, Víctor Gill, Diego Ricol Freyre y Arístides Maza, todos apoyados por un grupo de corredores de Bolsa u operadores financieros entre los que figuran Luis Ignacio Oberto (yerno de Víctor Gill), Moris Beracha (juzgado en EEU por el caso Illaramendi ), Danilo Díaz Granados, Alejandro Dopazo (ex director de Crédito Público del Ministerio de Finanzas, actualmente operando desde Londres).
El esquema delictivo comenzó a mediados de 2011 y movió un promedio mensual de 300 a 400 millones de dólares. El gran coordinador del mismo es Alejandro Andrade Cedeño. Un buen negocio sin duda, aunque no tan rentable como el anterior, el de las notas estructuradas, en el que participaron casi todos los nombrados, además de otros muchos más que también integran este exclusivo círculo.
El gran negocio: Las notas estructuradas. No se puede nombrar a Alejandro Andrade sin hablar de las notas estructuradas. Aunque el tema llegó al país de la mano de la banca internacional en 2005 y en el Ministerio de Finanzas lo inició Tobías Nóbrega Suárez, (inhabilitado por 15 años por la CGR) fue Nelson Merentes (Min Finanzas 2004-2007) quien lo instauró oficialmente durante su gestión, pero sin duda fue Alejandro Andrade como Presidente del Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela (BANDES), viceministro de Gestión Financiera del Ministerio del Poder Popular para las Finanzas y director de la Oficina Nacional del Tesoro, quien lo dio un uso intensivo.
El Fondo de Desarrollo Nacional (FONDEN), siguiendo instrucciones del entonces ministro de Finanzas Nelson Merentes, había invertido en demasiados bonos argentinos y ecuatorianos y necesitaba convertirlos con urgencia en dinero fresco por órdenes expresas de Hugo Chávez. El FONDEN, había sido creado originalmente para invertir en infraestructura y programas sociales, no para generar ganancias especulativas.
A pesar de ello, en el año 2006, ya acumulaba en notas estructuradas 6,2 millardos de dólares El Gobierno le abrió entonces los brazos a un complejo instrumento financiero denominado notas estructuradas, ofrecido por algunos de los más prestigiosos bancos internacionales de inversión a través de seudo corredores de Bolsa y asesores financieros como Moris Beracha, entre otros, con el objeto de resolver el problema de la venta de los bonos acumulados y al mismo tiempo disminuir la presión sobre la cotización del dólar permuta.
Las notas estructuradas eran unos combos de bonos de gobiernos latinoamericanos, envueltos en prestigiosos papeles emitidos por Barclays, HSBC, Merrill Lynch, Lehman Brothers, Dresdner Bank y Deutsche Bank, que se convirtieron en un instrumento ideal para vender semanalmente y a discreción, a los bancos venezolanos, los bonos argentinos y ecuatorianos que el Gobierno tenía en cartera y ganar, en el proceso, una interesante diferencia cambiaria.
La adjudicación directa, sin subastas, y discrecional que cada semana hacia Merentes, la continuó y aceleró Alejandro Andrade como Tesorero en 2007 con los ministros de Finanzas Rodrigo Cabezas y Rafael Isea. Curiosamente, fueron los bancos pequeños y medianos los que más recibieron notas estructuradas.
En las adjudicaciones semanales, mientras un banco grande recibía 10 millones de dólares en notas, uno pequeño recibía entre 30 y 50 millones de dólares. Muchos invirtieron en notas estructuradas más del 30% de su patrimonio, lo que excedía el límite legal. Hubo bancos que llegaron a tener el 280%, 371% y hasta el 425% de su patrimonio en este novedoso instrumento financiero ideado en los circuitos capitalistas más sofisticados del mundo, pero que el gobierno del Socialismo del Siglo XXI acogió con fervor inusitado.
Uno de los principales operadores del gobierno en este tema fue el corredor de Bolsa Moris Beracha, asesor del ministro de Finanzas Rafael Isea, que al mismo tiempo, a través de su propia casa de Bolsa (Bestinvest) asignaba los cupos de notas a los bancos a cambio de la respectiva comisión. Además, intermediaba en el reparto de las ganancias provenientes de la liquidación de las mismas entre Andrade (60%) y el banco (40%).
En una entrevista en el diario El Nacional, Beracha defendió públicamente y sin el menor pudor, el arbitrario sistema de otorgamiento de las notas por asignación directa, es decir, para decirlo sin eufemismos, el otorgamiento de las notas a quien Isea, Andrade y Beracha escogieran.
Todo esto llevó a unos cuantos delincuentes con amistades en el gobierno, a la conclusión de que la mejor manera de ponerle la mano a los dólares de la nación era tener una entidad financiera. Es así como se inicia un proceso acelerado de compras, ventas y fusiones de bancos y de casas de Bolsa.
Repentinamente, ser banquero era el oficio de moda. Personajes sin ninguna experiencia en el medio pero, eso sí, con muchas conexiones en el gobierno, comienzan a figurar como prósperos hombres de la banca. Ejemplos sobran: Ricardo Fernández, Arné Chacón, Pedro Torres Ciliberto, Julio Herrera Velutini, Gonzalo Tirado, Carlos Gill, César Camejo Blanco, entre otros. De manera que no por casualidad, 9 de las 12 instituciones financieras que sobrepasaron el límite de inversión en activos en dólares fueron bancos medianos y pequeños.
La SUDEBAN (Trino Alcides Díaz) lo sabía desde junio de 2007 – un simple vistazo a los balances semestrales bastaba – pero, extrañamente, no fue hasta mayo de 2008 cuando ordenó a todos los bancos vender las notas estructuradas en 90 días. En ese año de “generosa prórroga” se hicieron la mayoría de las operaciones que luego serían objetadas hasta por la propia Contraloría General de la República. Las ganancias reportadas por algunas de estas operaciones llegaron a sobrepasar los $450 millones.
Rafael Isea y Alejandro Andrade no sólo recibieron comisiones sustanciosas en agradecimiento por las asignaciones de notas estructuradas sino que además se asociaron con seudo banqueros y corredores de Bolsa para seguir usufructuando de los dineros públicos en este negocio y en otros muchos, con gran “creatividad”.
Los montos entregados a las instituciones financieras no están claros. Fluctúan entre los cálculos más conservadores que los ubican en 2,5 millardos de dólares (Ecoanalítica), hasta los más atrevidos: 21,4 millardos de dólares, según denuncia del parlamentario Ismael García ante la Fiscalía.
Pero no solo de las notas estructuradas se enriquecieron corruptos funcionarios del área de finanzas. A Alejandro Andrade, las colocaciones de fondos públicos que hiciera en bancos privados en su calidad de Tesorero de la nación, sin duda le ayudaron a consolidar su fortuna personal. Amigo y socio de Arné Chacón (actualmente procesado) y Pedro Torres Ciliberto (prófugo de la justicia), facilitó la compra que éstos hicieran del Banco Real a Julio Herrera Velutini y del Central Banco a Alejandro Sigala.
El dinero empleado para estas agresivas compras provenía de los mismos fondos oficiales colocados en los bancos por el propio Tesorero Alejandro Andrade y de otras tesorerías de organismos públicos como ministerios, gobernaciones y alcaldías. Es decir, los seudo banqueros jamás sacaron un bolívar de su bolsillo para realizar tales adquisiciones. Fue así como José Zambrano compró BANORTE, Ricardo Fernández compró el Banco bolívar y el Confederado y entró en negociaciones con Pedro Torres Ciliberto para intercambiar este último por el banco Canarias, operación que no se llegó a concretar.
La práctica resultó tan común que inclusive algunos como Arné Chacón, confesaron abiertamente ”haber comprado la mitad de un banco fiao” ya que lo pagaría con las colocaciones del Gobierno que conseguiría por ser chavista. Esta práctica, conocida vulgarmente en el sector financiero como “huequear” es descubierta en junio de 2008 cuando la Fiscalía Octava la detecta al intervenir una oficina ubicada en El Rosal, Caracas, donde se descubre la existencia de una estructura que preparaba créditos para empresas asociadas a los compradores de los bancos Confederado, Banpro y Bolívar.
Ante la imposibilidad de ocultar la grotesca ostentación del ilegal shopping financiero de este y otros grupos similares, y también como producto de luchas internas en el gobierno, Chávez se vió en la obligación de huir hacia adelante una vez más, y ordenar la intervención de los bancos y casas de Bolsa involucrados.
La intervención comienza el 19 de noviembre de 2009. Los primeros bancos en caer son Confederado, Bolívar, Banpro y Canarias. Todos habían sido comprados por Ricardo Fernández Barrueco, empresario que participaba activamente en los planes agroalimentarios del gobierno, actualmente preso y sometido a juicio por delitos financieros entre los que figuran distracción de recursos de ahorristas, asociación para delinquir y apropiación indebida de créditos.
El parte de guerra de la intervención incluyó la quiebra de quince bancos que controlaban 13% de los depósitos del público. Se perdieron 10 mil 264 empleos directos. El Fondo de Protección Social de los Depósitos Bancarios (Fogade) tuvo que cancelar a los ahorristas 2 mil 500 millones de bolívares. Pero no solo ellos fueron víctimas en este caso: el 40% de los depósitos eran de presupuestos del Estado. Además de los bancos, en el área de los Seguros, se intervinieron seis empresas y en valores, treinta casas de Bolsa.
Un patrón que se repite en casi todas las instituciones financieras intervenidas es el de empresarios, en su mayoría vinculados al gobierno de Hugo Chávez como proveedores o contratistas en diversas áreas, que inesperadamente comenzaron a comprar instituciones financieras, convirtiéndose así, de la noche a la mañana, en banqueros. Se dictan varios autos de detención. Algunos se concretan, otros no. Inexplicablemente, las medidas judiciales apuntan sólo a banqueros y corredores de Bolsa. Ningún funcionario público es acusado, a pesar de que bancos que en su conjunto solo controlaban el 13% de las captaciones, sin embargo tenían depósitos oficiales por el orden de 12 mil millones de bolívares, suma que constituía el 40% de todos los depósitos afectados.
Hasta la fecha se desconoce algún tipo de medida tomada por las autoridades contra los tesoreros encargados de manejar dichos depósitos oficiales. El Tesorero mayor Andrade siempre fue un facilitador de todos esos procesos de defraudación al Estado y a los ahorristas, desde la Tesorería donde se administran los dineros públicos, a cambio de jugosas comisiones, haciendo favores a seudo banqueros y seudo corredores de Bolsa. Por qué nadie lo ha acusado formalmente de todas estas fechorías? A qué se debe realmente su meteórica carrera en la administración pública? Sin duda alguna, Alejandro Andrade fue una de las personas más cercana a Hugo Chávez, su amigo y confidente, tanto en la vida pública del presidente, como en su vida privada, la que pocos conocen, la que nunca aparece en los medios de comunicación.
Producto de esa confianza, Andrade se convirtió en socio de los negocios financieros de una amiga íntima del presidente, Raquel Bernal, alias La Barbie, hermana de uno de sus edecanes, ex esposa de Víctor Flores, presidente de la Bolsa de Caracas y luego también compañera de Alejandro González ex presidente del Banco Industrial de Venezuela, quien se la presenta a Hugo Chávez.
Andrade también ha cultivado amistades peligrosas entre sus compañeros de partido. Uno de los amigos más cercanos de Andrade siempre ha sido Pedro Carreño, quien también entró en el negocio financiero, captando dinero oficial para los bancos de Gonzalo Tirado y de José Zambrano, ambos prófugos de la justicia.
Pedro Carreño, irónicamente, fue el presidente de la comisión de contraloría de la Asamblea Nacional en el 2012. Desde allí no sólo continúo haciendo negocios ilegales sino que además utilizó el cargo para la persecución política de los adversarios del régimen.
Los que conocen al Teniente Alejandro Andrade Cedeño (CI No. 6.552.441) desde sus humildes orígenes en Coche, popular zona de Caracas, no salen de su asombro. Nunca imaginaron que aquel joven que ocupó el discreto puesto 140 de su grupo (1987) en la Academia Militar llegaría tan lejos. Aunque, en honor a la verdad, tampoco nadie pensó que algunos de sus compañeros de promoción como Diosdado Cabello y Rafael Isea alcanzarían las posiciones que llegaron a ocupar, gracias a Hugo Chávez.
Obviamente esa no fue una promoción más. Si bien no fue la de Hugo Chávez, la promoción “General de Brigada Tomás Montilla”, es la que más poder tenía en el régimen de Chávez. Alejandro Andrade participó en el intento de golpe de 1992. Se dice que fue uno de los que irrumpió con la tanquilla en el Palacio Blanco.
Durante la campaña presidencial del candidato Chávez, se desempeñó como su escolta y asistente. La amistad personal continuó ya en Miraflores. Inclusive se atribuye el accidente en el que Andrade perdiera parcialmente la vista de un ojo, a un juego de chapitas con el propio Chávez, quien se sentiría culpable de la desafortunada situación que vive su amigo, colaborador y confidente.
En 1999 ocupa el cargo de subsecretario de la Asamblea Nacional Constituyente. En 2002 Chávez lo nombra presidente del Fondo Único Social (FUS). Fue en esta institución que Andrade comenzó a relacionarse con el mundo de los negocios. Se producen las primeras denuncias de corrupción. En 2003, Sergio Sánchez, ex trabajador del FUS, denunció actos de corrupción en el ente. Entre otras cosas aseguró que el presupuesto del Programa de Desarrollo Comunitario, que era de 10 millardos de bolívares de los viejos, funcionaba como una “caja chica”. Meras migajas.
El momento de gloria de Alejandro Andrade llegaría en 2007 cuando es juramentado como Tesorero Nacional y vice Ministro de gestión financiera del Ministerio de participación y desarrollo social. Con la Tesorería en sus manos y luego el BANDES, del cual es designado presidente a mediados de 2008, consolida la estructura que, con la complicidad de seudo banqueros y seudo corredores de Bolsa, le permitió la manipulación financiera de las notas estructuradas y de las colocaciones oficiales, que lo convirtió en una de las personas más acaudaladas del régimen chavista.
En 2008, el diputado Ismael García consigna ante la Fiscalía General una denuncia contra las operaciones con notas estructuradas. Específicamente sobre los bonos de la deuda externa que el gobierno venezolano compró a Argentina, Ecuador, Bolivia y Bielorrusia. En opinión del denunciante, le costaron al país entre 7.500 y 10.000 millones de dólares. Pero la oposición no era la única a la que le intrigaba el nivel de vida de Alejandro Andrade y sobre todo, sus nuevas amistades.
Según el mismo parlamentario, el propio Hugo Chávez habría ordenado a la policía política levantar un informe, coordinado por el ex fiscal Daniel Medina Sarmiento, sobre Alejandro Andrade y otros integrantes del gobierno entre los que estaban Trino Alcides Díaz (Superintendente de Bancos), Rafael Isea, Diosdado Cabello y su testaferro Rafael Sarría. En redes sociales, blogs y medios digitales comienzan a circular denuncias de corrupción en la Tesorería, específicamente contra el administrador de confianza de Andrade desde los tiempos del FUS, José A. Obelmejías Machado (CI10.351.073), de quien se dice sería uno de sus testaferros, junto con otros familiares. El ostentoso estilo de vida y los comentarios en torno a irregularidades además de su enfrentamiento con Jorge Giordani y Elías Jaua, comienzan a tener consecuencias.
El 6 de enero de 2011 es nombrado el coronel Rodolfo Marco Torres como nuevo Tesorero Nacional. De esta manera, sale de la institución Alejandro Andrade, quien se desempeñaba en el cargo desde 2007. Rodolfo Marco Torres Militar, amigo personal y socio de Andrade, Marco Torres permanece solo unos meses en esa responsabilidad y es sustituido por Claudia P. Díaz Guillen (CI 11.502.896), otro personaje del entorno presidencial, quien llegó a la Tesorería luego de desempeñarse como enfermera personal del presidente Chávez .
Sin embargo, en medios oficiales se decía que Alejandro Andrade seguía siendo el Tesorero tras bambalinas. Rodolfo Marco Torres fungió como Ministro para la Banca Pública, presidió el Banco del Tesoro y el Banco de Venezuela. Desde esas posiciones siguió asociado a Andrade en todas las operaciones financieras que en el que estaba involucrado, tanto desde su responsabilidad como operador financiero del PSUV, como desde el punto de vista de los negocios personales, que siguieron siendo tan prósperos como siempre a costillas del erario público.
El episodio de los caballos de salto se queda corto al lado del tema de los traslados personales y familiares que realiza en dos aviones privados de $25 Mil cada uno: Uno siglas N502KA – antes propiedad de la 3M- y el otro siglas N83M (¿alquilados o propios?) para volar desde Curazao a Europa y USA.
Los signos externos de riqueza y la actitud que ha asumido Alejandro Andrade ante la vida, lo colocan a años luz de aquel humilde militar que protegía las espaldas y le cargaba el maletín a Hugo Chávez.