Fueron dos días intensos en el salón 14C de la Corte del Distrito Sur de Nueva York. Allí, se enfrentaron frente al juez una abultada defensa conformada por seis prestigiosos abogados y siete asistentes, dos fiscales de la oficina de Preet Bharara y nueve testigos que dejaron claras las aristas del caso de los sobrinos de la pareja presidencia de Venezuela.
El primero en entrar fue Efraín Antonio Campos Flores, que recién acaba de cumplir 30 años de edad. Lucía alegre, jovial, seguro de sí mismo y atlético. Algo que nos llamó mucho la atención fue su inglés «bastante desenvuelto», lo que le permitía conversar todo el tiempo con su abogado John Zach quien estuvo a su lado a lo largo de las dos maratónicas jornada.
Empieza la sesión, se abre el telón
Eran ya las 9:45 Am del día jueves 8 de septiembre. La tropa de abogados daba carreras de última hora. Los dos días, la corte colocó un puerta de seguridad extra para entrar a la sala del magistrado Paul Crotty. Nada usual. Cuando preguntamos a qué se debía tanta repliegue, uno de los agentes nos confesó que era por la seguridad de los testigos que serían interrogados en el caso «especial» de los primos Flores.
Empieza el desfile de testigos
Primer testigo llamado por la fiscalía fue el agente de la policía haitiana que le puso las esposas a los acusados. Estuvo acompañado por una intérprete. El oficial, cuyo nombre no fue revelado por razones de seguridad, explicó frente al juez que trabajaba para la Unidad Antinarcóticos de la Policía de Haití por más de 3 años y fue instruido, por sus superiores, para trabajar en la operación de arresto de los dos acusados de delitos de narcotráfico.
Jackson quería sacarle el máximo de provecho al interrogatorio. Colocó a la vista del oficial una foto tomada el día del arresto, donde aparecen un grupo de seis oficiales uniformados, uno de ellos mirando hacia el frente y -por su equipos de seguridad y un chaleco- no se le ve la palabra POLICE.
¿Por qué ese oficial no tiene insignia? Preguntó el aguerrido defensor.
«Es obligatorio usar el uniforme, es la ley, y nadie puede quitarle las insignias al uniforme sin ser sancionado», replicó el testigo.
Explicó que -junto a otros dos agentes- viajó a Puerto Príncipe el 9 de noviembre de 2015 para coordinar los detalles de la operación. Viajaron su supervisor y otros dos miembros de la DEA.
Negó que hayan sido agentes de la DEA los que ejecutaron el arresto. «Fueron los oficiales de la policía de Haití quienes procedieron arrestar en el restaurante del hotel a los acusados, cumpliendo lo establecido en las leyes de ese país. Nosotros esperamos que se cumplieran todos los protocolos para luego tomar custodia de los dos hombres».
La defensa atacó al agente González en su estrategia para tratar de probar la tesis del secuestro de los primos Flores. Re-preguntó en varias oportunidades el procedimiento utilizado por la DEA y el itinerario seguido por los agentes desde que llegaron a la isla. Querían desmontar la acusación y buscar elementos que le permitieran sostener que a los dos sujetos fueron capturados por los agentes norteamericanas.
En la audiencia también se conoció que dos informantes de la DEA, que viajaron a Caracas en octubre de 2015 para hacer las negociaciones con los sobrinos de la pareja presidencial venezolana, engañaron a los investigadores estadounidenses, ya que llevaron a cabo negocios con droga durante el tiempo que se desarrolló la operación.
El abogado defensor de los Flores, Davis Rody preguntó al agente González si la DEA sabía que dos de sus informantes -que operaron en Venezuela- consumían drogas, eran narcotraficantes y gastaron dinero del presupuesto de la agencia norteamericana en el pago de prostitutas, strepers y cocaína cuando se suponían estaban trabajando en la investigación.
González respondió que para el momento que los informantes suministraban información sobre la operación que involucraba a los sobrinos de la pareja presidencial, la agencia no sabía que estaban involucrados con el tráfico de drogas ni que uno de ellos era adicto a la cocaína. Conocieron los detalles en abril de 2016 y fueron encauzados en junio en una corte en California.
La defensa busca suprimir las evidencias entregadas por los informantes CS-1, CS-2 y CW-1. Asimismo, los abogados de los dos acusados buscan eliminar la evidencia principal del gobierno que es la confesión de culpabilidad que Campos Flores y Flores de Freitas hicieron en durante el vuelo de Haití a Nueva York el 10 de noviembre de 2015.
Brooks hizo hincapié en que las declaraciones juradas, dadas por Campos Flores y Flores de Freitas en el avión, se hicieron luego de que los acusados recibieran de manos del agente González las formas usadas por la DEA, en español, y se les leyera y aclarara cualquier duda sobre los derechos Miranda.
Explicaron que Campos Flores fue interrogado por casi dos horas y a Flores de Freitas por unos 45 minutos. Las entrevistas concluyeron cuando el avión empezó a descender para aterrizar en el aeropuerto de White Plains en Nueva York.
La defensa trató en todo momento de buscar vías para desacreditar las fuentes, incluyendo a los agentes de la DEA a quienes acusaron de estar ocultando información y de tergiversar la investigación para probar que fue una operación normal, y no, una emboscada que buscaba envolver a dos jóvenes que no tenían ningún tipo de experiencia en el tráfico de drogas, por razones de política internacional.
La sesión del jueves terminó a las 5PM. El juez Crotty llamó a la defensa a centrar sus preguntas en los aspectos que se requerían para la verificación de las evidencias que pretenden suprimir antes del juicio. En tanto, la fiscalía sostuvo que los abogados de los sobrinos de la pareja presidencial venezolana intentaban en sus interrogatorios «pescar» elementos que les permitieran seguir adelante con la tesis planteada en su estrategia de defensa violando lo establecido en la regla 17 de los procedimientos.
Cuando los agentes del Departamento de Prisiones procedieron a llevarse a los dos acusados, observamos que el hijastro de Nicolás Maduro aún mantenía la alegría, la sonrisa y el entusiasmo que mostró en el inicio por alguna razón que nosotros desconocemos. Lo mismo ocurrió con sus abogados que destilaban satisfacción y buen humor.
Los periodistas salimos rápidamente de la sala y nos topamos con la pareja que había permanecido en la última banca, haciendo un esfuerzo por lo llamar la atención de la prensa. La mujer de unos 55 años de edad, usaba una especie de velo en la cara para tapar su rostro, y el hombre, de aproximadamente unos 65 años, estaba vestido con traje de invierno, nada acorde al caluroso verano neoyorquino de esta época el año. Ambos hablaban español con acento venezolano y se mostraron preocupados a lo largo de la jornada.
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Mi amigo, quien tiene ya 25 años trabajando en la corte del Distrito Sur de NY me comentó ante mi inquietud por la alegría de uno de los acusados y de sus defensores: «Esas sonrisas son parte de la estrategia que usan para mostrarse a la prensa como invictos, como ganadores de una sesión que -según ellos- puso al gobierno de los Estados Unidos contra la pared. De la alegría aparente al hecho que de eliminar las evidencias claves para desmontar el caso, hay mucho que recorrer. Hasta ahora la causa probable se mantiene y todo indica que el juicio será un duelo donde no habrá ganadores».
Y con esa reflexión salimos de aquél salón decorado con madera fina. Tuvimos la suerte de juntarnos con cuadro de los abogados «triunfantes» en el ascensor. Allí aproveché para preguntar a Jackson y a Zach qué tan bueno era su español. Ambos contestaron «Hola no hablo español» con un acento que lo dejaba todo claro. Entonces confirmé que Campos Flores usó los 10 meses que lleva tras las rejas para aprender hablar el idioma del Imperio.