Dr. Santiago Cardenas
La gran perdedora fue la izquierda pedante. Izquierdas siempre han habido en los EEUU. Y las habrá en un futuro mediato. Los socialistas se fueron haciendo pedantes poco a poco, insensiblemente, y nos untaron con vaselina en estos últimos ocho años. Su ideología devino en un monstruo proteico que asomaba diariamente sus cabezas en el New York Times y sus satélites que son muchos de costa a costa, de Broadway a Hollywood. En los campus universitarios, en los high schools y por osmosis en las cadenas de televisión y sus canales de la intimidación y el terrorismo mediático, incluyendo entre nosotros, el 18 de Raúl Martínez, a las siete de la noche.
El izquierdista pedante es un afiliado acríticamente al partido demócrata social, o un progre compañero de viaje ideológico, con educación superior, nariz respingada, que mira por encima del hombro a los demás, risita benevolente e hipócríta, con opinión siempre políticamente correcta que no se discute, interrumpe y menosprecia al prójimo y que vive comfortablemente en su burbuja del wishful thinking que se rompió en la madrugada del histórico 8 de noviembre. Todavía andan en shock. No fué Hilaria, ni Obama los que perdieron, como se acostumbra a decir; ni su partido. Los verdaderos fracasados fueron los pedantes de la izquierda. Por ahí siguen pataleando, subvirtiendo y entorpeciendo la transición. Malos perdedores. El papelazo post electoral no deja de ser patético. Oremos por ellos.
Si dudas tiene de lo dicho anteriormente observe que la prueba irrefutable de la pedantería es la explicación que los think tanks de la progresía le dieron a su derrota. Racionalizaron al mejor estilo freudiano. “Fueron los votos de los obreros de poca educación y de mente estrecha: los del cuello azul”. Increíble; así textualmente, como lo leen. “Mente estrecha y poca educación”. Le ronca.
NO; no fueron esos votos. NO; no ganó la derecha; ni la América blanca. Ganó We the People; ganó la democracia acosada.
Bíblicamente lo que más se asemeja al pedante leftista es al fariseo. ¿Recuerdan? Gracias te doy Señor, mirando al cielo, porque no soy como los demás. Ayuno, doy el diezmo y cumplo estrictamente con los mandatos de la Torah. Traspolando: no soy como esos incultos, xenófobos, racistas, etc. que votaron por Trump. La cesta de deplorables, al decir de Hilaria.
No en balde Jesús el Cristo le dedicó gran parte de su prédica a desenmascararlos. Eran y son los sepulcros blanqueados. En los EEUU despreciaron al pueblo; pero el pueblo les pasó la cuenta. Tan sencillo como eso.
Vía Nuevo Acción
*El autor es un médico cubano, especializado en medicina interna y residenciado en EE.UU