Siempre se dijo entre economistas que, aunque la corrupción pudiera estar muy generalizada en un país, jamás llegaría a ser tan grande como para atribuirle la causa de la destrucción de su economía.
Tesis–más bien axioma- que empieza a ser revisada con la experiencia del “Socialismo del Siglo XXI” en Venezuela, sistema en el cual, los inmensos recursos que ingresaron durante 17 años, fueron engullidos por una élite de civiles y militares ultracorruptos que, en alianza con seudo empresarios del mismo cartel, desguazaron riquezas que, conservadoramente, pueden calcularse de CINCO BILLONES DE DÓLARES.
Hoy la patria de Bolívar, es una nación en ruinas, con una población de 28 millones de habitantes que se trasladan de un lugar a otro del territorio en busca de comida y medicinas, los servicios públicos en bancarrota, la infraestructura física también y los índices de pobreza, desnutrición y muertes violentas volando a constituirse en los más altos del mundo.
Mientras, los políticos y burócratas del régimen de Maduro continúan enriqueciéndose, los seudoempresarios haciendo negocios y embolsillándose los dineros públicos, y, de conjunto, constituyendo una mafia que debe ser denunciada por sus crímenes y delitos. Por ser la causa de que Venezuela en estos momentos pase hambre, sus niños se mueran por falta de alimentos, medicinas y atención médica y la escasez y la hiperinflación sean dos flagelos que, al igual que las pestes, dejan desnutrición, enfermedades crónicas y muertes.
Un mundo del horror y la devastación, cuyas imágenes corren por el mundo desatando asombro y condena y el convencimiento de que, la corrupción si puede destruir cualquier economía cuyos recursos se distribuyan entre caudillos autoritarios cuyo único afán es enriquecerse y seudoempresarios que los secundan para llenarse los bolsillos-
En fin unos desalmados que no guardan ningún tipo de decoro, incapaces de ver, de sentir el sufrimiento que hoy padecemos los venezolanos por culpa de esta banda de delincuentes, sinvergüenzas y ladrones.