Consistentemente los voceros de la oposición democrática han sostenido que la “Toma de Caracas” será una movilización pacífica, volcada a exigirle a Maduro la fecha para la convocatoria del Referendo Revocatorio y, por ningún respecto, sujeta a provocaciones que la aparten del espíritu y la letra de la Constitución.
Y con ello recogen y expresan las aspiraciones del 80 por ciento de los venezolanos que adversan la satrapía de Maduro pero, que tal como se demostró durante de las elecciones parlamentarias del 6D, ha decidido que solo renunciando a la violencia y obligando al régimen a respetar la Constitución se puede salir del actual bochorno político, económico, histórico e ideológico.
No es, sin embargo, lo que está en el programa de radicales de la peor clase con que cuenta el chavismo-madurismo, de especímenes como Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez, Néstor Reverol, Padrino López y el propio Maduro, quienes, desde que la idea de la “Toma de Caracas” rodó por toda Venezuela, comenzaron a ladrar diciendo que se trataba de un golpe de estado, de una manifestación violenta y que no se proponía otra cosa que el derrocamiento del “dictadorzuelo”.
En realidad una calumnia cuya vileza no puede compararse con nada, pero que le ha servido a los radicales castrochavistas de pretexto para detener y encarcelar a dirigentes opositores irreprochablemente democráticos como Daniel Ceballos, Jon Goicoechea y Carlos Melo.
Pero también para tratar de detener a un río que ya es incontrolable, se extiende por todo el país y mañana será un mar que hará de la capital de Venezuela el centro de la libertad del mundo.
Es por eso que, los venezolanos debemos salir pacíficamente pero firmes y exigir la ruta constitucional y electoral del Revocatorio, sin caer en provocaciones y no darles el gusto a los facinerosos rojos.
De modo que, señores radicales, señores violentos, y amigos del silencio y la muerte, se quedarán con los crespos hechos.