El Mercado Común del Sur (Mercosur) atraviesa una de las peores crisis institucionales de su historia. La decisión de Uruguay de dar por cumplida su presidencia pro tempore y traspasar el mando a Venezuela, país al que le corresponde la sucesión por orden alfabético, ha sumido al bloque en una situación de acefalía que no tiene precedentes. Caracas envió el viernes una carta al resto de los socios para comunicar que asumió la presidencia de 6 meses porque le corresponde “de forma automática», según la interpretación que ha hecho de los estatutos de la unión. Sin embargo, Brasil y Paraguay han advertido que no reconocerán su mandato porque entiende que los estatutos citados por Caracas exigen que la rotación del mando sea acordada con el “consenso de los socios”, algo que no ha sucedido. Argentina, por el momento, ha mantenido una posición ambigua.
«Tenemos a bien informar que, a partir del día de hoy, la República Bolivariana de Venezuela asumirá con beneplácito el ejercicio de la Presidencia Pro Témpore del Mercosur, con fundamento en el artículo 12 del tratado de Asunción y en correspondencia con el artículo 5 del Protocolo Ouro Preto», escribió la Cancillería venezolana en una carta que remitió a los países del grupo. El texto destacó que esos artículos son los «únicos instrumentos normativos fundacionales que regulan la procedencia y continuidad de la rotación alfabética del mando en el Mercosur».
El sistema funcionó hasta ahora sin problemas, incluso cuando Argentina decidió en 2013 no tomar el relevo de Venezuela, que extendió su mandato durante un año. En todos los casos las decisiones se tomaron con “el consenso y con la participación de todos los Estados partes”, como establece el artículo 37 del protocolo de Ouro Pero. Paraguay ha citado ese artículo para denunciar que la presidencia de Venezuela es en el Mercosur es ilegítima. «Es una decisión unilateral de Venezuela. Para nosotros no existe la mentada automaticidad que señala Venezuela por el Protocolo de Ouro Preto», advirtió el canciller paraguayo, Eladio Loizaga.
Sin consenso
Paraguay ha sumado a su postura el apoyo de Brasil. El presidente interino, Michel Temer, dijo que Venezuela debe, antes de tomar el mando del Mercosur, cumplir con el proceso de adaptación que inició en 2012, cuando fue aceptado como miembro pleno. En una rueda de prensa desde Brasilia, Temer aclaró que «Brasil no está exactamente oponiéndose a que se transfiera la presidencia a Venezuela», pero «está ponderando que, para ser parte integral» del bloque, «tiene que cumplir requisitos pactados hace cuatro años que aún no ha cumplido».
La crisis se inició tras la decisión de Uruguay de traspasar el mando del Mercosur sea como sea. En un comunicado de la Cancillería, dijo que “al día de hoy no existen argumentos jurídicos que impidan el traspaso” del mando a Venezuela, pese a la oposición de Paraguay y Brasil. El tercero en discordia ha sido Argentina, que hasta el momento ha mantenido una posición ambigua. Su canciller, Susana Malcorra, ha defendido el diálogo como la mejor salida al atolladero legal, sin condenar pero tampoco apoyar a Venezuela en sus ambiciones dentro del bloque. Algo más directo, sin embargo, ha sido el presidente Mauricio Macri. En una entrevista que dio al diario El Comercio durante su visita a Perú, donde participó de la asunción de Pedro Pablo Kuczynski, el mandatario argentino atacó con dureza la situación de los derechos humanos en Venezuela. “Lo que allí sucede es inaceptable. Es la violación absoluta de los derechos humanos. Hay presos políticos, existe desabastecimiento, eso es algo con lo que no se puede convivir”, dijo Macri desde Lima.
Lo cierto es que el Mercosur está acéfalo y ha sido Macri quien visibilizó el verdadero origen del problema. El giro político hacia la derecha en la región ha dejado sólo a Venezuela, y los socios del Mercosur ya no son tan propensos a amparar lo que consideran una situación política insostenible. Paraguay, además, ha decido pasar la factura del ingreso de Venezuela al bloque: cuando se votó, Asunción se encontraba suspendida del bloque por la destitución del presidente Fernando Lugo decida por el Congreso en junio de 2012, una medida que mereció la activación de la Carta Democrática del Mercosur en su contra. En el gobierno de Horacio Cartes consideran que Venezuela entró “por la ventana” y no tiene entidad para ponerse al frente en un momento en el que está bajo la lupa internacional la calidad democrática del gobierno de Maduro.
Federico Rivera Molina.