Luego de la juramentación de la nueva junta directiva de la Asamblea Nacional y el elocuente discurso de su presidente Julio Borges, en el que anunció, entre otras cosas, que a la brevedad el organismo reiniciaría el juicio de destitución de Maduro, sorprende que este no se declarara en sesión permanente y diera comienzo a la discusión que, el lunes nueve, concluiría produciendo la decisión por muchos anhelada así como el nombramiento de los rectores del CNE.
Porque es que, si el debate se aplazara, o alargara hasta el martes 10, ya no habría posibilidad de convocar nuevas elecciones, pues se cumpliría la mitad del período de Maduro, y entonces, su “falta absoluta” sería suplida por el vicepresidente, Tareck El Aissami.
Pero este no es el único riesgo que se cierne sobre una decisión de la AN declarando la “falta absoluta” de Maduro “por abandono del cargo”, sino que, la Sala Constitucional del TSJ “podría declarar “nula” la decisión de la AN “por desacato”, y por ese mismo acto, no solo la AN, sino también el régimen, podrían verse envueltos en una «crisis política» aún más grave que la vivida en los últimos años.
Sería la irrupción del tantas veces anunciado “choque de poderes” que se había evitado hasta ahora, y que se manifestaría con el Poder Legislativo y el Ejecutivo desconociéndose, y llamando al resto de los poderes públicos, y sobre todo, al pueblo venezolano, a que lo secunde en la lucha del uno contra el otro.
Sabemos que el 80 por ciento de los venezolanos adversa a Maduro y se ha pronunciado a favor de cualquier fórmula constitucional que se dirija a su destitución, pero también que el resto de los poderes públicos, el grueso de la burocracia estatal y para estatal, y un porcentaje no determinado, pero importante, de la FAN respaldarían al dictador.
De modo que, el choque de poderes, de producirse, sería entre las mayorías nacionales, los partidos democráticos y el pueblo contra una minoría alzada, y al margen de la Constitución y las leyes, intentando sostener una dictadura totalitaria y socialista responsable de la destrucción sistemática del país.
Pensamos que, el régimen de Maduro viene preparándose para este escenario, y ello explica que comenzó el año nombrando vicepresidente a Tareck El Aissami (su heredero en el caso de una destitución decidida después del lunes), introduciendo en la Sala Constitucional del TSJ un recurso de nulidad contra la juramentación de la nueva directiva del AN, y, lo que ha resultado más significativo, ordenándole al ministro de la Defensa, Wladimir Padrino López, publicar un comunicado, donde, a nombre de la FAN, ratifica su respaldo a la dictadura de Maduro, respalda al TSJ en el despropósito de declarar a la AN en “desacato”, y proclamando que se mantendrá al “lado de la revolución” a costa de lo que sea.
Desgraciadamente, no podríamos decir mismo de la AN y su directiva, pues anuncian la apertura de un acto esencialmente político- como es el juicio por “abandono del cargo” a Maduro- “in abstracto”, sin aprobar una estrategia que tuvo que empezar con la convocatoria a una sesión permanente, una estrategia que incluyera todos los escenarios posibles, incluyendo el llamado al pueblo a desconocer al régimen chavista
Pero lo más importante es que, la AN y la oposición democrática, continúan desatendidos del pueblo y la calle, que serían su más sobresaliente ventaja para embestir exitosamente contra el dictador, o al menos, para obligarlo a dialogar “de verdad” y frente a una oposición que lo tendría contra las cuerdas.
Factores que serían los mismos que incidieron para que la oposición perdiera los meses finales del 2016, se dejara arrebatar el RR, y terminara en una mesa diálogo que fue determinante para que hoy, no sea la oposición, sino la dictadura, la que se vea con mejores probabilidades de imponerle al país su nefasto sistema de hambre, opresión, violación de los derechos humanos y totalitarismo.
Y que no pueden volver a repetirse, ya que, aparte de un guión siniestramente conocido y sufrido, harían que la nueva directiva de la AN pierda los pocos puntos que recuperó con la oferta de Julio Borges de que, se reiniciaría el juicio de destitución a Maduro y se llamaba al pueblo, al electorado y la sociedad civil a que se constituyeran en los pilares de la lucha por la que Venezuela volverá a ser libre y democrática.
A este respecto, conviene alertar que ya la dictadura volvió a agitar el fantasma del reinicio del diálogo, de la celebración del cita que está pautada para el 13 de enero, y que, en ningún sentido, se propone buscarle soluciones a la crisis que sacude al país, por el contrario, Maduro busca que la AN y la oposición desmonten su agenda política, enfríen la calle, burlarse y presentarlos como un equipo incompetente para enfrentar su régimen, a sus militares, colectivos y narcos.
Por eso hay que gritarle NO al falso diálogo, declarar a la AN en sesión permanente, y aprobar el lunes la destitución del Nicolás Maduro, por corrupto, dictador, criminal, aliado de satrapías que promueven el narcotráfico y el terror y violador sistemático de los derechos humanos fundamentales de los venezolanos.