Creo que la pavorosa abstención que se produjo ayer domingo en las elecciones de candidatos a participar en el III Congreso del PSUV, no habría sido tan grave si no se hubiera acompañado con unas declaraciones del segundo de a bordo de la organización, capitán, Diosdado Cabello, en el sentido de “que la participación es difícil de calcular” y que “lo importante no es cuando gente participó, si no el entusiasmo con que lo hizo”.
En otras palabras: que si los únicos votantes hubieran sido Maduro y Cabello, todo estaría perfecto, porque de seguro que depositarían sus votos “muertos de la risa”.
Conteo que, pensamos, es la primera vez que se hace en el mundo, donde los números valen poco y los gestos todo y que nos ubican en la perspectivas de cómo serán elecciones venezolanas en un futuro próximo y retropróximo.
De modo que, ya lo saben señores electores de los comicios pautados en los años por venir: nada de “vamos a reír un poco” como pedía el filósofo, Héctor Lavoe, sino “vamos a desternillarnos de la risa” y barreremos en todas las elecciones.