Una nueva onda llena las redes sociales son creadores y muy autenticos donde no solo las palabras es su única herramienta también están los sonidos, las gráficas tanto fija, intervenida y con movimiento son usadas por estos nuevos poetas. Poetas de la era de Internet. Cristina, de 17 años, descubrió los versos de Escandar Algeet en un vídeo de YouTube — Bécquer y Neruda”—. Ahora hay groupies poéticas que con sus celulares y a través de las redes diseminan y comparten versos y fotos.
El poeta autor de Alas de mar y prosa,un palentino que estudió cine y arrancó escribiendo en un foro del grupo Extremoduro de forma anónima, antes de caer en un bar de Malasaña, Bukowski, donde el propietario, Carlos Salem, organizaba lecturas de poesía a las que cualquiera podía sumarse. Seis años después su poemario va por la quinta edición y se ha convertido en el superventas de la editorial Ya lo dijo Casimiro Parker. Este sello, con un catálogo de 20 libros, lo puso en marcha otro poeta que frecuentaba el bar, Marcus Versus: “Hace seis años llevábamos los ejemplares a cuestas para intentar colocarlos en las librerías y hoy nos llaman para pedirlos. Es un cambio positivo y lo será aún más si ayuda a despertar interés por otros autores”.
Salem, argentino radicado en Madrid, autor de una serie de novelas negras y tres poemarios, #Follamantes, su último título. Recibe fotos de tatuajes con sus poemas y tiene más de 43.000 seguidores en Twitter. Junto a Escandar y a Versus han llenado auditorios y cafés por toda España.
Este fenómeno se expande por la web
a través de blogs, tuits, tumblr y YouTube
Batania Neorrabioso, cuyas pintadas poéticas han quedado recogidas en La poesía ha vuelto y yo no tengo la culpa (descrito por el autor como 340 páginas con 75 pintadas, 66 poemas, 49 tuits, 47 meteoros, 9 artículos festivos, 8 convocatorias y 25 relatos); y el cantautor Marwan Abu-Tahoun Recio con La triste historia de tu cuerpo sobre el mío, forman también parte de este fenómeno que se expande por la web a través de blogs, tuits, tumblr y YouTube, y llega a las librerías mucho después, impulsado por pequeñas editoriales españolas como Noviembre, Origami, La bella Varsovia, El Gaviero, Arrebato Libros, Kriller 71 o Ediciones Liliputienses. Quizá las pequeñas editoriales dedicadas a la poesía no sean una gran novedad, como tampoco la creación de efímeras y bellas revistas, pero los nuevos canales virtuales se inundan de poesía inédita y crean un punto de encuentro infeccioso.
“No hay nada de raro que a los 15 años escriba poesía, pero en la era de Facebook, eso se comparte”, apunta el peruano Leo Zelada, un Underground Poet que acude Youtube a esta red social para conectar con poetas a los que invita a las lecturas que organiza en Madrid. En una de ellas, el pasado junio, en el estrecho bar Diablos Azules, no quedaba un sitio libre mientras Zelada ofrecía una lección rápida de análisis de textos a modo de presentación, hilando en una misma frase los términos churrigueresco, neobarroco y metapoesía, palabras que no apelan, en principio, al público de masas y que a duras penas se ajustan al límite de los 140 caracteres de Twitter. Pero da igual, hay un público joven receptivo ante la poesía, sin miedo a fórmulas híbridas y experimentales, deudoras de las vanguardias. ¿Es éste un fenómeno juvenil? “Es joven porque esa es la generación que entiende la Red y ha crecido con ella, pero no van a desaparecer cuando cumplan años. Hay muy buenos jóvenes premiados, que empezaron en internet como Berta García Faet o Guillermo Morales”.
Se ha roto la diferencia entre poesía de corte más tradicional y nuevos formatos. Y se ha dado un vuelco a la imagen que se tenía de la poesía, que hoy está casi al mismo nivel que el teatro o la danza. El cambio importante es la normalización de propuestas de vanguardia, de la poesía concreta, visual o sonora; la discusión sobre si algo es o no poesía está pasada. Esta ganando la convivencia.
“Leemos o consumimos cultura de forma fragmentaria y ahí entra la poesía con sus distintos formatos”. Ahí están las rimas y el repentismo, cubano de Alexis Díaz Pimienta del rap y el spoken word —Edwin Torres maestro del Bowery Poetry Club de Nueva York y el poeta Urayoán Noel son dos nombres fundamentales en esta escena —. Escoffet enmarca el fenómeno actual dentro de una tendencia más amplia: la atomización de la cultura, y cómo la distancia entre lo masivo y lo minoritario se va acortando.
La poesía estalla en las redes sociales y un nuevo público abarrota festivales y lecturas, compran libros de versos que vieron la luz en la Red, en blogs, en tumblr. Irene X, una de las estrellas de la nueva constelación, habla de un boom de lectores más que de poetas. Ella llegó a este género gracias a su padre que le pasaba libros. En 2008 arrancó su blog y dos años después superó sus reservas y empezó a publicar allí sus poemas. En septiembre sacó su primer libro, El sexo de la risa (Origami), porque sentía que esa etapa ya estaba cerrada Ya prepara el siguiente: Grecia.
Crece el mundo virtual y aumenta el reclamo del directo. Los recitales hoy se llaman jam, y los libros que se publican son más un colofón que un pistoletazo de salida. ¿La poesía está de moda? Alan Mills, poeta guatemalteco afincado en Berlín, recuerda, en una conversación vía Skype, cómo hubo un tiempo en el que las estrellas de rock copiaron los nombres de poetas (Bob Dylan por Dylan Thomas, The Doors por un verso de William Blake) y se apropiaron de la poesía. La idea de que el número de sus seguidores en Twitter llegue a 45.000 le parece que sería “algo enfermo”; la comunidad de lectura que él imagina tiene más que ver con compartir estrategias, autores y obsesiones. Más paraíso de nichos que fenómeno de masas.
Hay un público joven receptivo, sin miedo a fórmulas
híbridas y experimentales, deudoras de las vanguardias
Casi toda la poesía que Mills lee es a través de Internet y allí en Twitter donde Mills ha encontrado, además de un buen medio de difusión, chispazos poéticos que entroncan con una tradición. “Caben ironías, chistes, antipoemas que han mutado en antituits o pequeños engaños que implican la creación de un personaje que habla a través de la cuenta”. Parece que Nicanor Parra y Monterroso se adelantaron porque la ironía, el cinismo posmoderno o el poeta personaje que se burla de su propia poesía tienen un terreno fértil en los 140 caracteres. Ahí está la etiqueta/hashtag #poetuit que Mills usa de forma burlona para justificar un arrebato poético. Eso sí, los tuits que tocan alguna fibra los guarda para futuros poemas, como el que dio título a su libro Pasan poesía por la televisión apagada, publicado en 2013 en Ecuador.
¿Es éste un efecto colateral de la nueva ola? Carlos Zanón, que publicó en 1989 El sabor de tu boca borracha, su primer poemario, cree que la poesía mantiene su mala salud de hierro, como género minoritario y resistente. Al final, recuerda este crítico, la diferencia entre el mejor poeta y el peor puede ser de apenas 300 ejemplares. “No hay muchos cambios respecto de épocas anteriores, salvo que hay una nueva generación que prescinde del libro para recitar, y que las redes han acabado con el filtro entre lo que el autor cree imprescindible publicar, y lo que el lector merece leer. La parte positiva es que conoces a poetas que no conocerías, y la negativa es que hay una cantidad excesiva de mala poesía”.