Susana Malcorra presentó ayer en las Naciones Unidas una fuerte defensa a su candidatura como secretaria general de la organización. Así, pasó lo que la canciller argentina suele denominar «un campo minado». Fue una presentación de casi tres horas en las que hubo preguntas de los estados miembros y la sociedad civil. Pero no será este el primer campo minado que le espera a Malcorra. Tiene por delante un largo listado de obstáculos por sortear hasta octubre, que es cuando el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas debe definir por consenso a un postulante para suceder a Ban Ki-moon.
La canciller argentina dijo en su exposición -intercalada en el uso del español, inglés y francés- que aspira a contar con una ONU cuyo trabajo «se centre en la primacía de la gente, del planeta y en la prosperidad compartida». También subrayó que adoptará un enfoque destinado a eludir las divisiones que suelen enterrar el progreso en la burocracia del organismo en busca de «impactos positivos» y remarcó una postura de «tolerancia cero» ante el terrorismo.
Malcorra tuvo que responder, entre un largo listado de temas, sobre una polémica que la persigue desde hace tiempo: la investigación sobre abusos sexuales de menores por parte de fuerzas francesas en la República Centroafricana, un escándalo que tocó a la oficina de Ban Ki-moon cuando ella era jefa de Gabinete. El caso provocó una investigación que derivó en un informe que acusó a la ONU de «serias fallas institucionales». Malcorra fue criticada en ese informe, pero no hay ninguna denuncia que la incrimine. No es este, por cierto, el campo minado que más le preocupa a Malcorra en su camino a la ONU. Hay otros campos minados por delante tanto en el plano internacional como doméstico.
Por ejemplo, la ministra favorita de Macri tiene una particular preocupación por el voto de Rusia en el Consejo de Seguridad. No es un tema menor si se tiene en cuenta que Carlos Ortriz de Rozas fue el único candidato argentino que casi llega al mayor sitial de la ONU en 1971, y que perdió por el veto de la Unión Soviética. Fuentes diplomáticas de Naciones Unidas sostienen que Rusia no avalaría a Malcorra. Ni siquiera los gestos de la canciller argentina de repudiar las sanciones económicas que sufre Vladimir Putin por parte de Estados Unidos y la Unión Europea por el caso Crimea habrían modificado la decisión de Moscú de respaldar a la candidata bulgara Irina Bokova.
El diario británico The Telegraph publicó recientemente que Estados Unidos apoyaría la candidatura de Malcorra y que la secretaria de Seguridad Nacional de Barack Obama, Susan Rice, ya se lo habríaa hecho saber a la canciller de Macri. Pero el mismo diario inglés puso en duda el apoyo de Londres a esa candidatura. Entendible: David Cameron no quiere mostrar insensibilidad con las familias de los 255 soldados británicos que murieron en la Guerra de Malvinas votando a una candidata para la ONU que es argentina.
En el plano interno este tema empieza a hacer ruido. Un non paper que circula en algunos minutos académicos y de la diplomacia Argentina realiza un perfil crítico de la candidatura de Malcorra y sostiene que la canciller pondría en un «congelamiento» el tratamiento de Malvinas en la ONU. Pero la canciller ya rebatió este argumento y comentó a varios de sus allegados que en el caso de ser secretaria general de Naciones Unidas y que la Argentina lleve el reclamo de soberanía a la ONU, prevé someterse al reglamento del organismo que contempla una excusación puntual para aquellos secretarios que encuentren una incompatibilidad en su función. Ya lo hizo Ban Ki moon cuando se abordó el tema de Corea del norte y se excusó por ser surcoreano y parte del conflicto.
En el mismo paper mencionado y en ámbitos de la oposición se volvió a cuestionar a Malcorra por su eventual incompatibilidad por el rol de canciller y candidata a la ONU a la vez. Pero la ministra dijo taxativamente: «No hay ningún conflicto de intereses o de índole ética en mi candidatura, ya que yo represento a la Argentina como canciller y no hay nada que vaya a hacer por afuera de ese objetivo que es el de defender los intereses del país».
El otro campo minado que le espera a Malcorra en su camino a la ONU se llama Venezuela. La postura dialoguista que impuso Argentina en la OEA frente a la dureza de otros países que reclaman la aplicación de la carta democrática le generó a la canciller críticas internas y externas. Venezuela es miembro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y su veto podría dejar fuera de carrera a la canciller. Así, el equilibrio mayúsculo que debe hacer Malcorra en este caso es supremo.
Caminar por campo minado es algo que la canciller ejercitó desde los últimos 15 años como jefa de gabinete de Ban Ki moon. Sólo que ahora deberá caminar con la mochila pesada de ser canciller de Argentina y con un objetivo complejo por delante. Pero ya se sabe: la diplomacia es mucho más que gestualidad. Es el arte mayor de lograr soluciones aparentemente imposibles.
DIARIO LA NACIÓN.