Mira a tu smartphone. Piense en las decisiones que tomarás hoy. Usted puede hacer una reservación para la cena, dígale a su pareja que se le hace tarde, o redactar una respuesta a un correo electrónico de su jefe. Pero usted también puede decidir que la luz que esta mirando a través de los árboles se vera muy bien en Instagram o encontrar la manera de describir su exasperación con lo que se está desarrollando en Ucrania con lo del vuelo de Malasia o lo de Gaza en 140 caracteres. Usted puede escribir algo más largo en Facebook acerca de la alegría de ver a su hijo de 5 años de edad, haciendo un nuevo amigo en el parque, o la frustración de ver a su padre envejecer y la necesidad de mudarse a una casa. Usted puede elegir una canción en Spotify, transmitir una película en Netflix, o comprar un libro en la tienda de Amazon. Usted puede decidir cómo encuadrar una selfie para enviarle a un amigo o a la chica.
Es fácil pensar en la revolución de las computadoras de escritorio, la carrera del Syber Espacio en Internet, todos logros puramente tecnológicos. Microprocesadores más barato para que todo el mundo tenga un PC en casa. El protocolos de Internet permiten a las computadoras se comuniquen entre sí. Pero eso no capta las razones por lo cual estos avances son importantes y mucho menos cuan importante para nosotros.
En esencia, se trataba también revoluciones creativas. El computador personal no era realmente importante para las personas hasta que surgió de la autoedición, y luego vino la proliferación de las herramientas de desarrollo de multimedia, seguido por el aumento de las herramientas de desarrollo web. Su poder emocional llegó con la capacidad de crear cosas asombrosas por nosotros mismo.
Del mismo modo, la revolución de Internet realmente despegó cuando empezamos a usarla no sólo para descargar datos y cifras, sino como una plataforma para compartir música, escritura, películas y fotografías. El sitio número uno en la web puede ser Google, pero el número dos y tres son Facebook y YouTube, respectivamente, ambos principalmente medios de expresión personal. Hoy en día tenemos equipos de escritorio y de Internet como herramientas para la eficiencia, la productividad y la comunicación. Pero ellos llegaron a tener un significado real para nosotros cuando nuestro impulso creativo natural se hizo cargo en producir cualquier cantidad de cosas intangibles y maravillosas.
Ahora es el turno del celular. El smartphone se inició con la promesa de la productividad. Su primera “killer app” (una expresión en la jerga de los geek), era el correo electrónico. Los celulares nos permiten enviar mensajes sin necesidad de iniciar el computador; igualmente navegar por Internet, eso es lo que los hizo “inteligente”. Pero el dispositivo aún era visto como un sustituto de la computadora de escritorio o portátil, algo para mantenerte productivo. Hoy, sin embargo, el teléfono se ha convertido en algo más. El teléfono inteligente, como la computadora y el Internet de estos tiempos que vivimos, se ha convertido en la salida única para nuestros impulsos creativos, y que afectará fundamentalmente a nuestras relaciones de vidas creativas y aún más.
Es un cliché en la tecnología y en el reino de los negocios decir que el mundo es hoy móvil. Móvil primero! Movil sólo! Nativamente Móvil! Aceptamos que esto que está sucediendo, pero rara vez se a explorado lo que esto va a significar para nosotros como personas. Nuestros celulares, siempre conectado y con nosotros, se han vuelto increíblemente personal.
Los celulares son ya indispensable, lo que jamás logró ningún otro dispositivo anteriormente. Debido a que también nosotros pertenecemos a ellos, a esa tecnología y estamos entrelazados, esto a traído la auto realización y profundiza nuestras expresiones artísticas, en lo que creemos y sostenemos como gestos hermosos y formas de convivencia, en las muchas maneras con la cual tratamos de conectarnos emocionalmente, de manera abstracta y literal, en nuestro entorno desde amigos y conocidos. Nuestro celular están indeleblemente ligados a nuestra alma estética. Y hoy ambos están siempre encendidos.