La alarma no es nueva, pero como estamos en una época en que las tragedias se suceden con frecuencia diaria, entonces son más y más las voces que están alertando sobre la posibilidad de que la próxima venga por el derrumbe del viaducto de La Cabrera.
La vía es conocida por todo el que ingrese al Occidente del país desde el centro y el oriente y sirve de bisagra entre Caracas y los Estados Aragua, Miranda y Guárico con Carabobo, que después abre sus puertas a los llanos, y los Estados Lara, Falcón y Zulia.
O sea, que el viaducto no es solo vital para el tráfico de pasajeros que se mueve en unas y otras direcciones, sino también para la producción agrícola, ganadera e industrial que nutre a toda Venezuela.
Sin embargo, el viaducto está abandonado, sus pilotes se escoran más y más y como denunció ayer el gobernador de Carabobo, Henríquez Salas Feo, “cuando las gandolas pasan, parece una hamaca”.
¿Pero que dice el gobierno de esta que podría ser en días o semanas “otra crónica de una tragedia anunciada? Pues nada, que se está exagerando, que todo está excesivamente normal, y que, primero se cae Chávez que el viaducto.
Parece que se caen los dos, pero con una diferencia: la derrota de Chávez el 7-O es un cambio pautado en la constitución, en cambio que, la caída del viaducto dejaría sin comida a media Venezuela y esto no está en ninguna constitución.