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El diputado Ricardo Sánchez -conocido también como “Salto de Garrocha” o “Míster Talanquera”-, es un individuo sortario, pues, violando una ley que lo obliga “a mantener el compromiso asumido con sus electores”, no solo no ha sido sancionado, sino celebrado por los promotores de la ley.
Conviene detenerse un poco en el origen y motivaciones de este curioso instrumento, pienso yo único en el mundo, ya que es la primera vez que una mayoría oficialista legisla para amenazar con “horca y cuchillo” quienes se atrevan a abandonar sus filas.
Para llegar a tan arbitraria decisión se apela, por supuesto, “al pueblo, a los electores”, los cuales, le dan “al elegido” un mandato o catecismo no escrito, pero que al ser identificado con la ideología reinante, transforma a los diputados, de hombres libres, en esclavos de la ley.
Y tan disuasiva es la tiránica herramienta que, desde que se aprobó, ningún parlamentario gobiernero ha mirado siquiera a los lados.
Ah, pero eso es con relación al oficialismo, porque en lo que se refiere a la oposición, los diputados, no solo son invitados a que violen la ley, sino que son atraídos con toda clase de premios y prebendas para que no cumplan “el compromiso asumido con sus electores”
El último caso –o más bien: escándalo- de esta psicohistoria, es el de “Salto de Garrocha” Sánchez, quien, mostrándose desde el comienzo de su elección casquivano con los miles de votantes que confiaron en él, ahora, simplemente, los traicionó, al ponerse a la orden de aquellos que prometió combatir o adversar.
Pero la deslealtad paga, sobre todo en tiempos de extrema corrupción y ya se las habrá Sánchez con sus 30 denarios, que no fue la cantidad liquidada por sus servicios, pero resultan muy simbólicos es estos días cuando se recuerda que también Nuestro Señor fue vendido y entregado, pero para regresar y triunfar.