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El código usado para referirse a ese delicado asunto es «Operación Albania». Básicamente, se trata de pensar en posibles cortafuegos para evitar que los mercados vuelvan a activar un efecto contagio que fue letal en anteriores episodios de la crisis. En 2012, Bruselas y el BCE pusieron en marcha algo similar: la denominada «Operación Croacia» no fue necesaria en aquella ocasión, «pero sería suicida no tener preparados los planes de emergencia», según una fuente europea.
El jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, no quiso dar el más mínimo detalle de esos planes, y se limitó a explicar que Europa «está dispuesta a ayudar a Grecia a manejar la situación en el sistema financiero». La banca es el primer quebradero de cabeza: la fuga de depósitos se ha intensificado en los últimos días, y si las colas ante los cajeros siguen cuando abran las oficinas solo un manguerazo del BCE puede evitar una corrida bancaria. El grupo de trabajo del Eurobanco y la Comisión apunta que en caso de una salida de Grecia del euro, los problemas se multiplicarían en los países financieramente más conectados: Chipre, Macedonia, Rumania y Bulgaria. Europa está lista para activar una nacionalización inmediata de las filiales de los bancos griegos en esos países.
Bruselas mira hacia el BCE para evitar males mayores
La zona euro cuenta con el activismo de Fráncfort (y aquel «haré todo lo necesario» de Mario Draghi), y en particular su programa de compra de deuda, para protegerse de ataques especulativos. Podría recurrir también al fondo de rescate (Mede) si alguno de los países vulnerables sufriera contagio: en Bruselas se considera que el país más expuesto a la crisis es Chipre, que acaba de salir de su propio corralito. Después, Portugal. En caso de problemas serios en Portugal, el siguiente es España.
Europa se ha equipado para evitar sorpresas como las que se vieron desde 2008. Tiene cortafuegos para la deuda, para el mercado interbancario, para todos los flancos por los que ha sufrido durante estos años. Está lista para lo imaginable. Pero nadie sabe por dónde puede romper esta crisis: pese a los planes B, entramos de nuevo en aguas desconocidas.