Manuel Malaver
Maduro está en problemas, quizá en el más espinoso problema de sus tres años y meses de desgobierno, pues la comunidad internacional ¡por fin! terminó dándose cuenta que es una calamidad que le causa un daño irreversible a Venezuela y a la región, y por eso hay que hacer un esfuerzo para que, este mismo año, su mandato sea revocado o interrumpido.
Primero por las vías pacíficas contempladas, una, en la constitución venezolana que obliga a Maduro a someterse a un Referendo Revocatorio a la mitad de su período para que el pueblo decida si continúa o le revoca el mandato; y otra, con la aplicación de la “Carta Democrática” de la OEA, que lo suspendería como miembro de la organización y le impondría sanciones diplomáticas, económicas y políticas.
Pero condicionadas a que Maduro corrija, o renuncie al despotismo y de alguna manera contribuya a la normalización del país, pues de continuar en las mismas, y, lo que es más, agudizarlas, no hay que descartar que la organización recurra a la formación de una fuerza armada multilateral que le imponga el cese de sus funciones como presidente.
Recurso que no tiene precedentes en la historia de la OEA y de las Américas, pero al cual sería lícito acudir dada la pavorosa crisis en que ha hundido al país y su empeño en no aportar soluciones.
Creemos que, en todo esto estaba pensando el “presidente que habla con los pájaros” cuando la tarde de ayer, se dirigió a un grupo de parciales, comentando por primera vez la decisión del Secretario General de OEA, Luís Almagro, de invocar la “Carta Democrática· para aplicársela a su régimen, y un descontrolado y desesperado Maduro buscó parecerse al general panameño, Manuel Noriega, horas antes de que el istmo fuera invadido por el Ejército de los Estados Unidos.
Show del peor nivel, pues Maduro resulta pésimo hasta imitando al “general” Noriega y lo que vimos fue a un payaso dando gritos para hacerse oír por un público que a los 15 minutos ya había abandonado al circo y al ridículo imitador.