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Por ser una de las democracias de más solera y recia de América del Sur, Colombia, está perdiendo la oportunidad de emerger como el líder democrático de la región.
Se percibe, principalmente, al no enfrentar las violaciones masivas de los derechos humanos de venezolanos y colombianos que perpetra el dictador, Maduro, desde el punto de vista de la democracia, sino del interés instrumental de un gobierno que, trata a toda costa de llegar a un “Acuerdo de Paz con las FARC”, aun a costa de que la libertad desaparezca de los países que creó Bolívar.
Ahora bien ¿puede haber paz donde no hay libertad y democracia? Definitivamente no, y la mejor prueba la tiene Santos si extiende la vista y observa cómo a medida que la dictadura de Chávez primero, y de Maduro después, ha ido mordiendo en la tierra venezolana de entre sus afilados colmillos brotan torrentes de sangre..
“Defender los derechos humanos desde el punto de vista de la democracia” llamó yo. plantársele a Maduro y decirle que no le asiste derecho alguno para expulsar a colombianos de Venezuela por “delitos” típicamente inventados por la justicia totalitaria, como pueden ser que “se comen la comida de los venezolanos, o que contribuyen al contrabando, o al alza del dólar”.
Otra cartilla que tendría que cantarle es que, tampoco puede prohibir el libre tránsito en las fronteras por “imperativos ideológicos”, cerrándolas para que venezolanos y colombianos no se desplacen a uno y otro país a realizar actividades que juzgan pertinentes para su bienestar y progreso, convirtiendo a Venezuela en una cárcel para los venezolanos y a Colombia en una cárcel para los colombianos.
Pero así como éstas, hay otras violaciones de los derechos humanos que realiza el señor Maduro, que son vergüenza de América y el mundo y que precisan que un líder democrático fuerte se las suelte en su cara, y, lo que es más importante, se las impida.