En las dictaduras comunistas, como en las guerras, puede afirmarse que la primera baja es la verdad, pues, a partir del primer día que asumen el poder, la vida de convierte en un reguero de mentitas donde todo es deformado de acuerdo a los particulares y casuísticos intereses del régimen.
Tal cinismo es el que el hemos visto desplegado en grande por Maduro y sus compinches desde el momento en que la OEA decidió investigar la ruptura del hilo constitucional en el país y de la crisis humanitaria, que, independientemente, de mayorías o minorías circunstanciales, se convirtieron en los temas centrales de sus debates.
Casualmente, fue a raíz de un debate promovido en el Consejo Permanente de la OEA por amigos de Maduro para aliviarlo de la prisión continental, donde empezaron sus derrotas, que ya van por la convocatoria del Consejo Permanente que se reunirá el próximo 23 para debatir un informe del Secretario General, Almagro, y evaluar la posible aplicación de la Carta Democrática.
Pues bien, ante tales hechos Maduro no hace sino inventar triquiñuelas, tales como el desarrollo de un diálogo “gobierno-oposición” que no existe, y una supuesta resolución aprobada por el mismo organismo para evaluar la gestión de Almagro que fue derrotada abrumadoramente, porque solo consiguió tres votos..
Y son como trampas cazabobos para sorprender y desconcertar incautos, y en las cuales, caen muchos opositores que se comen el cuento de que, lejos de cosechar derrotas tras derrotas, el madurismo se anota éxito tras éxito.
En definitiva que, reconocimiento al neototalitarismo por su capacidad para imponer la mentira contra la verdad y alerta a la oposición para que se dotes de los portavoces y equipos necesarios para que no les deje pasar ni una-