La responsabilidad se hizo presente en las elecciones españolas de ayer, y los partidos democráticos, representados por el PP de Mariano Rajoy y José María Aznar y el PSOE de Felipe González, y Pablo Sánchez, se alzaron con una mayoría con la cual podrían, perfectamente, formar gobierno.
En otras palabras que, la izquierda radical, cuyo buque insignia es Podemos y Pablo Iglesias, rodó cuesta abajo, con posibilidades de no recuperarse, pues las expectativas de que la economía de la península pase la fase crítica de la recesión del 2008 para tomar la vía de crecimiento sostenido, son perfectamente racionales.
Las elecciones de ayer, sin embargo, tienen otra lectura cuyo significado es inexcusable destacar: con el auge de los radicalismos en la EU, -sean de izquierda o derecha-, como se demostró hace una días con el triunfo del Brexit en Inglaterra, que los electores hispanos hayan votado por un “partido” que es puntal de la democracia liberal y la economía mercado, se demuestra que los electores pueden optar por la “política” como la única vía de recuperar la estabilidad, el bienestar, la democracia y la libertad.
Desde luego que, no es todo, pero si la señal de que EU puede empezar a curarse y sin arriesgar los dones que los griegos nos legaron como una característica intrínseca de nuestra civilización occidental.