Carlos González Nieto
Las protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro desatadas desde el 1° de abril no solo han desbordado las calles de Venezuela a lo largo de 45 días continuos, sino que se han internacionalizado. En este segundo mes de manifestaciones, figuras públicas del chavismo o sus familiares han sido objeto de ataques verbales o “escraches” en distintos lugares del planeta.
Mientras en el país caribeño los manifestantes son fuertemente reprimidos por fuerzas de seguridad del Estado, la numerosa diáspora venezolana, unos dos millones y medio de personas, ha comenzado a ejercer la protesta en el exterior increpando a chavistas en sitios públicos. Las acciones se han registrado en puntos tan distantes como España, Estados Unidos, Australia o el Líbano.
¿Qué es un “escrache”?
Los especialistas no concuerdan en cuanto al origen de la palabra, pero sí coinciden en que se popularizó, junto con el verbo “escrachar”, en la Argentina de mediados de los años 90. El entonces presidente Carlos Menem había indultado a los procesados por violaciones de los derechos humanos durante el régimen militar y esto dio origen a protestas selectivas por parte de grupos de activistas.
Según el Diccionario del habla de los argentinos, de la Academia Argentina de Letras, el escrache es una “denuncia popular en contra de personas acusadas de violaciones de los derechos humanos o de corrupción, que se realiza mediante actos tales como sentadas, cánticos o pintadas, frente a su domicilio particular o en lugares públicos”.
Es exactamente lo que están haciendo en el extranjero muchos venezolanos que han tenido que emigrar debido al cúmulo creciente de dificultades de toda clase en su país. Las redes sociales se han encargado del resto.
Suiza, 3 de mayo
El primer escrachado del mes fue el embajador de Venezuela en Suiza, César Méndez. Una compatriota se lo encontró en un supermercado en Berna y lo persiguió por los pasillos, cámara en mano, gritándole “Räuber korrupt” (ladrón corrupto) y recordándole, siempre en alemán, que mientras él se da la buena vida helvética, en su país la gente “no tiene que comer”.
En el video que circuló por las redes el representante diplomático, en compañía de una dama, pretende “hacerse el suizo”, aunque luego termina saludando sonriente a la cámara y su acompañante le dice a la mujer que los increpa: “Te amamos”.
Líbano, 4 de mayo
Un día después, en el Medio Oriente, le tocó el turno a Tarek William Saab, quien preside en Venezuela la Defensoría del Pueblo. Una semana antes su hijo mayor lo había exhortado públicamente, a través de un video, a “poner fin a la injusticia que ha hundido al país” y remató con las siguientes palabras: “Te pido como hijo y en nombre de Venezuela, a la cual tú sirves, que reflexiones y hagas lo que tienes que hacer”.
“Yo a mi hijo lo amo, lo adoro y lo respeto a pesar de su opinión”, fue lo que declaró el defensor del pueblo, hijo de inmigrantes libaneses, antes de irse a Beirut para asistir como invitado al evento “Lebanese Diaspora Energy 2017”.
Cuando estaba en plena charla, proponiendo a sus anfitriones la creación de un instituto nacional de derechos humanos en el Líbano, fue interrumpido por dos mujeres enarbolando la bandera de Venezuela. Una de ellas lo increpó: “¡Mi pueblo se muere, lo están matando! ¿Dónde están los derechos de los venezolanos?”.
Tarek William Saab continuó con su discurso y luego de la conferencia se encontró con una turba que lo esperaba a las afueras de su hotel. “Escucha la voz de Venezuela acá en el Líbano –le dice una mujer con un megáfono desde la calle–. Vayan donde vayan, van a escuchar a los venezolanos, en todas partes del mundo”.
Australia, 7 de mayo
A la hija de Jorge Rodríguez, alcalde del municipio Libertador de Caracas y uno de los más conspicuos dirigentes del chavismo, la encararon varias mujeres venezolanas caminando frente a una playa australiana. “Muy bonito, vivir en Bondi mientras a todos los estudiantes los están matando”, le espeta una de ellas.
En medio de las voces de un aparente guardaespaldas que les pide “stop”, otra mujer le dice a la joven Lucía, quien es también sobrina de la canciller Delcy Rodríguez: “Por culpa de tu papá hay gente muriéndose”. La hija del alcalde no dijo nada y siguió de largo.