«Vamos a una revolución del sistema distributivo, que es donde tenemos penetrado al capitalismo parasitario, bachaquero, especulador y criminal«,
Nicolás Maduro
Cuando este jueves en Caracas un camión que transportaba alimentos se preparaba para estacionar en un comercio, fue desviado para que el gobierno venezolano los distribuyera directamente a través de los Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP), las protestas de quienes esperaban en fila para comprar degeneraron en violencia.
Por diversos medios circularon entonces informaciones, según las cuales, el gobierno había dado instrucciones para prohibir a ciertos establecimientos la venta de productos regulados, que ahora deberán ser distribuidos exclusivamente através de los CLAP.
¿Qué son los CLAP y cómo funcionan?
Creados en abril pasado por Nicolás Maduro, los CLAP no son para muchos más que un acrónimo oficial cuyo significado desconocen. Según el gobierno, ya se han destinado unos 8.400 millones de bolívares (US$840 millones a tasa preferencial) al financiamiento de los CLAP.
Pero para “Venezolana de Televisión”, los CLAP son una «nueva forma de organización popular encargada, junto al Ministerio de Alimentación, de la distribución casa por casa de los productos regulados de primera necesidad». Para Maduro son la manera de «combatir la guerra económica impulsada por la derecha».
Sin embargo, la mayoría de los venezolanos hambrientos no los ve así, y los CLAP, no son sino un nuevo método de racionamiento aplicado, de manera deliberada, como forma de control político con la finalidad de mantener el dominio sobre la población.
Como lo fueron lo “Círculos Bolivarianos” en su momento, y ahora, otra organización de base impulsada por el gobierno: los “Consejos Comunales”.
Cada CLAP cuenta con representantes en los “Consejos Comunales”, además de la Unión Nacional de Mujeres y los llamados Frentes de Batalla Bolívar-Chávez.
Los comités tienen como primera tarea levantar un censo de población de la localidad, en el que se registra, quién vive dónde, con cuántas personas y cuáles son las necesidades.
Una vez que reciben los alimentos por parte del gobierno, los representantes de estas organizaciones, informan a la comunidad y organizan, bien sea una «jornada de distribución» en un lugar determinado del sector, o los distribuyen casa por casa. Los productos se colocan en bolsas y se venden como «combos» a precios regulados.
El formato de las bolsas es parecido, pero no idéntico en todos los casos. Hay algunas bolsas que contienen: tres harinas de trigo, una salsa de pasta, un aceite y un kilo de leche. Otras contienen: dos paquetes de harina precocida de maíz, dos paquetes de pasta, una lata de leche condensada y dos bolsas de azúcar. Otras son más escasas y contienen solo un paquete de arroz, un de harina, un litro de aceite y un paquete de pasta.
En todos los casos, el beneficiario no tiene derecho a escoger lo que quiera sino que las bolsas van ya preempacadas con los productos que el gobierno determine. El censado, tampoco tiene la palabra en determinar cada cuanto puede acceder a estos. Eso viene dado por el grado de amiguismo o de activismo chavista que se tenga.
Existen personas que ya han sido censadas y que no reciben bolsas desde hace dos meses.
En un vecindario de Caricuao, una de las organizadora de un CLAP que atiende a unas 200 personas dice que «funciona excelente» y que le garantiza una bolsa a cada familia cada 21 días.
Hay quienes cuestionan si las bolsas del CLAP pueden abastecer en forma suficiente y frecuente a las familias venezolanas, el mecanismo es polémico por el componente político del que no puede desligarse.
En teoría, los CLAP deben distribuir sin distingo de afiliación o simpatía partidista pero en la práctica, sin embargo, es distinta.
Los CLAP ya se han convertido en otra fuente de corrupción y «bachaqueo», y de una nueva ”guerra económica” impulsada desde las entrañas del chavismo.
«Si llega comida para todos, muy bien. Pero si hay que priorizar, se prioriza. Esa es mi opinión muy personal. No voy a dejar de darle a un revolucionario para entregarle a alguien que luego va a estar hablando pestes del gobierno», le decía al diario El Nacional un integrante de una CLAP, en un amplio reportaje sobre la materia publicado el mes pasado.
«Se han convertido en una forma de discriminación», declaró este viernes el diputado Stalin González.
«Yo no veo bien esto de los CLAP», nos decía una señora en una fila de supermercado.
«Una sola vez nos dieron una bolsa. Después tuvieron que echarlo para atrás porque descubrieron que una de las organizadoras se había cogido la mitad de la mercancía», agregó.
«Consejos comunales chavistas, colectivos chavistas y claps chavistas se roban la comida del pueblo ante sus ojos para después bachaquear», tuiteó este viernes el presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup.
En rueda de prensa, el diputado del partido opositor Un Nuevo Tiempo mostró la copia de una supuesta carta oficial en la que se le comunican esto a comercios de la capital.
Encargados de dos supermercados ubicados en el centro de Caracas le confirmaron a BBC Mundo que sí habían recibido la orden.
«Sí, chama, aquí no hay cola porque aquí no hay nada», nos decía una señora que vendía helados en las afueras de uno de ellos.
«Ahora el CLAP será. A ver si alcanza para mí y mi familia», añadía.
Por último, está la cuestión de la eficacia de las CLAP como mecanismo económico.
Y en ese sentido, para economistas como Ángel García Banchs, son un «suicidio».
Katiuska Manrique
Con información de la BBC Mundo