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El jefe de la pandilla sale de un dormitorio oscuro con dos tétricos trofeos: un chaleco antibalas y una pistola de 9 mm, ambos quitados a un policía asesinado, publica El Nuevo Herald.
JIM WYSS
jwyss@miamiherald.com
El nombre de Venezuela ha sido por mucho tiempo sinónimo de derramamiento de sangre. El país cuenta con la tasa de homicidios mayor del mundo después de Honduras, y la violencia es algo tan cotidiano que solamente los crímenes más espectaculares (asesinatos de celebridades, en funerales, y en pleno día) parecen llegar a las noticias.
No obstante, la policía es la que está siendo atacada. Ha habido asaltos a estaciones de policía con granadas de mano y ametralladoras. A los patrulleros los asaltan para arrebatarles sus motos, los chalecos antibalas y las armas.
Hasta el momento este año, 125 agentes de policía han sido asesinados sólo en el gran Caracas. Si la misma tasa existiera en Estados Unidos, sería el equivalente de 6,572 policías asesinados. En lugar de eso, solamente han muerto a tiros 32 policías en EEUU.
“Enrique” –quien encabeza una pandilla de 15 narcos, traficantes de armas, ladrones y secuestradores endurecidos– aceptó hablar con el Miami Herald bajo la condición de mantener el anonimato. Exhibiendo la pistola Glock que según él su pandilla se la quitó a un policía el mes pasado, dijo que las autoridades no tenían suficientes armas.
“La policía quiere hacernos la guerra, pero no pueden”, dijo. “Nosotros estamos mejor armados”.
En teoría, las armas de fuego están extremadamente reguladas en Venezuela y el gobierno realiza operaciones ocasionales para sacarlas de las calles.
Pero Enrique dijo que policías y militares necesitados de dinero suministran a las pandillas todo lo que quieran. Una AR-15, AK-47 u otra ametralladora pueden costar 1.2 millones de bolívares, o sea, unos $1,700 si se compran con dólares del mercado negro. Una granada de mano cuesta unos $71.
“La policía está muy corrupta”, dijo. “Ellos no ganan nada, y por eso, para hacer un poquito más de dinero, te venden sus armas de fuego o sus municiones. Si no fuera por la policía no tendríamos armas; no tendríamos nada”.
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