Es una eminencia. Se dedica a la docencia y a la investigación en la escuela de medicina de la prestigiosa Universidad de Harvard, en Boston. El tema de la felicidad ha ocupado su trabajo en los últimos 10 años. Además, es maestro zen.
El siquiatra estadounidense Robert Waldinger se desempeña como el cuarto director que suma el Estudio sobre Desarrollo Adulto, el más largo sobre la felicidad, con 75 años.
La investigación comenzó en 1938 con la revisión del día a día de más de 700 hombres jóvenes de la ciudad. Hoy le ocupan los más de dos mil hijos de estos hombres. Dos generaciones.
Los resultados de las indagaciones los dio a conocer el experto a través de una charla TED, el pasado enero. “Qué es una buena vida: lecciones del estudio más prolongado sobre la felicidad” se volvió viral. Suma hoy casi 12 millones de visitas.
Allí resalta el académico que “lo importante para mantenernos felices y saludables a lo largo de la vida, es la calidad de nuestras relaciones”. “Lo que encontramos es que en el caso de las personas más satisfechas en sus relaciones, más conectadas a otros, su cuerpo y su cerebro se mantienen saludables por más tiempo”, agrega.
Sencillo, afable, sereno y muy sonriente se presentó Waldinger en el encuentro con periodistas de medios latinoamericanos, entre ellos PANORAMA, en una reciente visita que realizó a Aruba. Fue invitado a hablar sobre el tema y presentó la conferencia “Las mejores cosas de la vida no son cosas”.
— ¿Qué lo motivó a exponer los resultados de su estudio en una charla TED?
— Quería servir a la gente. Hago muchas investigaciones sobre el bienestar y publicamos lo que aprendemos en revistas especializadas, pero nadie lee. Creí muy importante transmitirlo a una audiencia más grande, multiplicarlo. Sabemos mucho del bienestar, de la felicidad, de las condiciones que la facilitan y las que no. Y tengo la intención de tener más impacto y por eso también decidí hacerme sacerdote zen y asistir a conferencias.
— ¿Cuáles han sido los cambios más importantes que se han dado entre entre los padres y los hijos que han sido objeto de la investigación que dirige en Harvard?
— En los roles sociales. La mayoría de las esposas de los primeros sujetos de investigación eran amas de casa y ahora también las hay, pero la mayoría trabaja en oficinas. Ahora hay muchas posibilidades para la mujeres que no existían antes. Todos los hombres se fueron juntos a la Guerra (la Segunda Guerra Mundial) y fue una experiencia muy importante que unió a la población, al país. Y ahora no tenemos una experiencia semejante. Solo una minoría se fue a la guerra en Vietnam.
— ¿Esos cambios han sido más positivos o más negativos?
– Ambos. Por ejemplo, ahora hay mucha más libertad en estilos de vida, no teníamos antes ninguno homosexual, existían pero no abiertamente, era imposible, y ahora no es problema en nuestra cultura.
— ¿Cómo se puede feliz en países en crisis, como en Venezuela?
— La prioridad tiene que ser el bienestar de la comunidad. No sé si sea posible tener esa orientación en Venezuela, pero sí creo que es importante. Hay muchos problemas, pero lo importantes es tratar de remediarlos juntos. Todavía no he estado en Venezuela. Me gustaría. Me gusta su cultura.
— ¿Como sentirse feliz en un país cuándo se vive en total desacuerdo con el Gobierno?
— Hay muchas insatisfacciones a causa del Gobierno. Y el nivel de la felicidad es más bajo a causa de esto y por divisiones políticas nunca vistas. Y este problema existe también en Estados Unidos, donde la población está muy polarizada, y en Inglaterra.
— Esas situaciones se viven en todo el mundo, pero ¿Y si a ellas se suma la severa carencia de necesidades básicas del ser humano, como alimentación, seguridad, salud…? ¿Cómo ser feliz en medio de esa adversidad?
— Es mejor hablar de bienestar, cuando uno tiene mucha ropa, techo, y creo que también depende de la comunidad y de tratar de resolver esos problemas juntos, en vez de separarse. Bienestar es posible en sociedades en las que todos están luchando juntos. Por ejemplo, en Buton, una isla de Indonesia, el nivel económico no es muy alto y son felices. En Estados Unidos, ahora, donde todos se orientan hacia la riqueza hay un problema, porque la distancia entre la riqueza y la pobreza es más grande que nunca. En otros países este nivel es más constante. Y sabemos que influye la comparación. Si vivo en un barrio donde todos tienen más o menos lo mismo, estoy muy contento. Si vivo en una sociedad donde parece que todo el mundo tiene mucho más que yo, yo soy muy infeliz.
— ¿Qué factores se toman en cuenta para determinar que un país es feliz: bienestar, satisfacción?
— El informe World Happiness Report, de la red de Desarrollo Sustentable de las Naciones Unidas, enumera: bienestar económico, ingresos, sentido de que hay futuro para cada uno y para los hijos, poder expresarse públicamente con libertad. El nivel de libertad es mucho más bajo en sociedad donde no se puede protestar, decir lo que no se quiere decir.
— ¿Por qué en algunos países latinoamericanos la gente se considera muy feliz a pesar de los muchos problemas que vive?
— Yo no sé. Yo soy experto en esto, pero creo que tiene que ver con la estructura de la familia, con la movilidad greográfica. En Estados Unidos mis hijos se fueron de la casa a los 18 años, a la universidad, y después no viven con nosotros. Y en los países latinoamericanos los hijos viven con la familia hasta que se casan. Hay poca movilidad geográfica, a diferencia de Estados Unidos, donde la gente se mueve mucho, de casa y de ciudad. Y es difícil tener raíces en una comunidad así, si el empleo obliga a moverse tanto no ayuda a la estabilidad de la estructura familiar. Imagino que en una estructura más estable la gente puede tener más alegría y sentido pertenencia.
— ¿Hay algunas enfermedades más recurrentes entre las personas que no son tan felices?
— Las enfermedades de la vejez, que vienen con la edad, como diabetes, del corazón, artritis, Alzheimer, se dan más rápido en las personas menos felices. Es lo que estudiamos ahora. Creemos que hay ciertos mecanismos que actúan, porque cómo pasa que el estrés tiene efectos tan malos en el cuerpo. Y creemos es a causa de inflamación crónica en órganos, sangre y todas partes del cuerpo. Cuando tenemos miedo de algo se altera el organismo y cuando pasa se calma. Pero, cuando se vive en atmosfera de estrés crónica el cuerpo no puede calmarse nuevemente y esto causa inflamación crónica que persiste por muchos años.
— ¿Esto puede producir cáncer?
— Sí, puede ser, hay relaciones entre el estrés y el cáncer.
— ¿Se refiere al estrés causado por situaciones traumáticas o emociones muy fuertes?
— Puede ser la situación de tener un padre alcohólico que te pega, o de vivir en un barrio peligroso. Son situaciones que generan estrés crónico y son comunes.
— ¿Las personas infelices son más susceptibles de padecer de cáncer?
— No puedo afirmarlo. No sé si se sabe. Es una teoría, pero no sé si ha probado. Creo que no.
— ¿Cómo una persona que lleva una vida muy estresante, por su trabajo, puede lograr la calma?
— Con meditación y ejercicio, los dos aspectos más principalmente. También yoga. Es importante enseñar a los niños cómo meditar y la importancia del ejercicio, que, afortunadamente, son tendencia, es muy ‘chic’ ahorita. Es una cosa muy individual. Depende de la persona. A Alguna gente no le gusta la meditación pero tocan el piano, por ejemplo. Que cada persona encuentre lo que le calma y le produce bienestar.
— ¿En qué contribuye el turismo con la felicidad?
— Es casi imposible mantener el odio hacia una persona con quien se ha compartido una comida, visitado su hogar. Por eso, estas experiencias de viajar facilitan la empatía hacia los otros, entendiendo mejor las culturas. Tenemos nuestras imágenes de una cultura y viajamos y vivismos experiencia que nos hace imposibles mantener esos estereoitpos y por eso el turismo contribuye no solo a la felicidad sino también a entendernos mejor.
— ¿Es usted feliz? ¿Cuándo comenzó a hacerlo?
— Yo no soy siempre feliz, tengo días horribles, no tanto como antes. Pero es un mito que uno puede ser feliz cada día, siempre, es imposible. Yo pregunto a mis maestros de zen si son felices todos los días y me contestan que no, que no lo son. Es importante que cambiemos esa imagen de la vida y que somos los únicos que no somos felices.
— La gente pregona la felicidad en las redes sociales pero se ve claramente que la realidad es otra.
— En Facebook y en las redes sociales parece que todo el mundo es feliz y esa no es la realidad, no siempre la gente vive en fiestas y de vacaciones, de viaje. Por eso, no hay que compararse mucho. Parte de lo que quiero enseñar de mis investigaciones de zen es que la vida es difícil y todos tienen problemas. A veces es posible sentirse avergonzado de ser infeliz y es un problema, porque la vida no es siempre feliz.
— ¿Es malo demostrar la infelicidad?
— No. Creo que es mejor. Uno de los principios de zen es mirar las cosas difíciles, enfrentarlas, no huir de ellas, no escapar.
— ¿La cultura zen se puede trasladar a otros ámbitos de la vida, como viajar, para facilitar la vida?
— La cultura zen es una práctica de meditación en la que uno descubre la unidad entre la gente, es una experiencia de la unidad entre la gente, que no somos tan separados como lo pensamos, y por eso es un progreso natural de sentido de aislamiento hasta la conexión con todo el mundo, con la naturaleza. Es una experiencia, no algo organizado.
José Gutiérrez vía Panorama