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Todos conocemos -porque lo hemos sufrido- el grave deterioro que ha experimentado la infraestructura física del país en los últimos 16 años. También que, instituciones vitales para la salud económica del país como PDVSA, ha caído a tales niveles en sus índices de producción y rentabilidad, que ya no podría seguir desempeñando su rol de escudo protector de nuestras operaciones en el mercado internacional.
La noticia que, sin embargo, ha inspirado estas líneas es lo que sucedió ayer en la Asamblea Nacional, cuando, la reunión regular de los martes tuvo que suspenderse porque, parte del techo del salón de sesiones se desprendió y cayó sobre la humanidad de algunos diputados.
Suceso que, de verdad, corrió como pólvora en medios nacionales e internacionales, compitiendo con escándalos como las denuncias del jefe del primer anillo de seguridad de Chávez, Leasmy Salazar contra, precisamente, el presidente de la AN, Diosdado Cabello y el asesinato aun no resuelto del Fiscal argentino, Alberto Nisman, y que no hay duda, será motivo de un folleto, al menos, de historiadores como Elías Pino Iturrieta o Inés Quintero.
Y no es para menos, ya que, pienso que en ningún momento del parlamentarismo mundial sucedió que los hombres que deben velar porque los países funcionen y cuenten con los alberges que les den cobijo, pues les caiga encima a ellos mismos, recordándoles, de paso, que se están ocupando de todo, menos de las tareas para los que fueron electos, y son retribuidos con no poca renta.
Pero es otra muestra del estado de ruina y abandono que el “Socialismo de Dios Proveerá” está significando para el país, de la misma manera que en Rusia, China, Vietnam, Europa del Este y aun en Cuba y Corea del Norte, son los escombros los que quedaron como huellas de que por ahí pasaron los “hijos de Marx”.
Marcas que ya empiezan a cubrir a toda Venezuela, y si no creen, pasen por el hemiciclo de la AN.