“Es la primera vez que yo veo que se da un aumento salarial de 50 % y la mayoría de los venezolanos – sobre todo, a través de las redes sociales – reacciona de manera preocupada, con desesperanza”.
La expresión, que corresponde al director de la firma Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, define con exactitud la distorsión que caracteriza actualmente a la economía del país – desde sus macroniveles hasta las expresiones más sencillas -, como consecuencia del manejo inadecuado de los fenómenos propios del área, por parte de los entes gubernamentales.
“La gente debe entender que no importan los bolívares que tenga en la cartera – los especialistas lo denominamos ‘ilusión monetaria -, sino que lo esencial es cuánto se puede comprar en esta economía. Nos están poniendo muchos bolívares en la cartera pero no se compra nada pues el poder adquisitivo está mermado”, manifestó el destacado economista.
“Tenemos a un Ejecutivo que ataca el problema incrementando los bolívares en la economía sin estímulos a la producción, sin atacar la inflación, es decir, como echándole gasolina a un incendio”, dijo, expresando que se va poseer moneda creada artificialmente para comprar bienes que son limitados.
Insistiendo en una reforma urgente para reducir el referido impacto, el experto indicó, con énfasis, que la inflación constituye el principal enemigo del trabajador. “Es un exabrupto que se incrementen los tickets de alimentación – o cesta tickets, como se les dice coloquialmente – porque, al final, recordemos que se trata de bonos; y junto con todas las prestaciones sociales, las vacaciones, lo que se aporta a la caja de ahorro no se toma en cuenta ese bono”.
“El salario está estancado, el bono creciendo y esos beneficios que se tienen para un futuro, para una emergencia, para un resguardo, no se ajustan volviéndose sal y agua”, precisó, agregando que uno de los segmentos más perjudicados de la población es el de los pensionados, pues no reciben dicha figura sino solo sueldo, con lo cual decrecen sus ingresos perjudicando las compras de alimentos y fármacos, entre los rubros prioritarios.
Por lo tanto, en su criterio, “la mejor política salarial, en este momento, es la de un gobierno que enfrente y reduzca con rapidez, generando ventajas al sector laboral”, dictaminó.
Motores que no terminan de arrancar
Oliveros desestimó los nuevos anuncios en materia de motores – la reactivación, en específico, de la industria forestal -, tal cual los califica el oficialismo. “Nacieron fundidos en sus inicios”, opina.
“Antes de hablar de Motores (con este, son 16), urge poner en orden las condiciones macroeconómicas del país, estimular la producción, reducir la inflación, ver qué va a ocurrir con el flujo de cambio y los dólares, atraer inversión nacional y extranjera para que, de alguna manera, estos motores ofrezcan respuesta y no se queden en simples anuncios”, espetó, afirmando que los números que se revisan desde la entrada en funcionamiento de dichas políticas públicas son negativos.
“Y es que no se trata únicamente de observar la inflación como un signo de la economía enferma, pues hay otros, como la paralización productiva. El gobierno lo que formula son anuncios grandilocuentes pero no resuelve los problemas de fondo”.
Tenemos, asimismo, de acuerdo con las apreciaciones del declarante, que el sector privado no cuenta con insumos ni materias primas para producir, en parte, porque hay restricciones de divisas y, además, porque el sector es hostigado. “Las pocas empresas que producen son criminalizadas y perseguidas por el Estado y eso, de alguna forma, frena la iniciativa”, corroborando que no luchar contra la inflación no solo perjudica a los trabajadores sino también a las empresas porque crecen sus costos.
Pan amargo
En el particular, al consultársele sobre las medidas adoptadas en desmedro de las panaderías -‘sanciones a aquellos establecimientos donde se produzcan colas de consumidores’ -, fue claro al acotar que aunque “el sector oficial ataca al eslabón más débil, integrado por los más pobres, los que tiene empleos precarios” (…), “la crisis es generalizada, para todos, para la clase media, profesionales, empresas, y para el sector comercial, que es uno de los más afectados porque la caída del consumo es muy fuerte”.
“Estimamos que en el primer semestre, el consumo privado – el que sustenta nuestra economía, con más del 60 por ciento – se ha desplomado cerca de 15 % en comparación con el 2015. Eso significa que los comerciantes están vendiendo muchos menos porque la gente no está comprando y, para colmo, viene el Ejecutivo y los criminaliza”, destacó.
“El problema de las panaderías no es que se encuentran en guerra económica sino que son golpeadas con un control de precios sin sentido. Ahí conseguimos trabas con las materias primas para la producción, complicando la dinámica del negocio. Aparte, debemos recordar que las panaderías en Venezuela son parte de nuestra idiosincrasia, tienen un altísimo componente popular en todas las regiones del país; y, adicionalmente, representan un segmento que genera empleo – pueden tener de 10 a 15 trabajadores -, ayudando, de paso, a aliviar la escasez porque muchos que no pueden hacer cola para abastecerse se ‘resuelven’ con un pastelito, con un cachito”, preguntándose, entonces, por qué se las ataca en lugar de ir a la raíz de las colas.
Luz al final del túnel
El conocedor en planificación estratégica emitió, finalmente, una reflexión, en torno a la importancia de que la ciudadanía se involucre en iniciativas como la que la Unidad Democrática organiza para el 1.° de septiembre, la Toma de Caracas, y la consulta referendaria.
“Nos estamos jugando el futuro de Venezuela y es fundamental que las personas se motiven, que entiendan que son, en parte, responsables de lo que pueda pasar. El revocatorio es un mecanismo constitucional, legal, y que se puede transformar en una válvula de escape para el problema de la nación”.
“En lo particular, creo que gran parte del problema es el presidente Nicolás Maduro y su tren administrativo, toda vez que no han resuelto los desequilibrios y los venezolanos tenemos el derecho a revocarlos. Lo que va ser el 2017 es una gran incertidumbre y eso depende de este 2016, del cual ya las cifras están estancadas, lamentablemente (calcula contracción de 11,3 %, e inflación de 400 %)”.
“Ahora, el año que viene todo va a depender del cambio político: si hay cambio político, 2017 puede ser un año para que esta economía comience a crecer, a cambiar, a resolver sus dificultades. No digo que todas las dificultades van a desaparecer pero empezaremos a sentar las bases y ver luz al final del túnel”, caso contrario, aclaró, si se mantienen vigentes el ocupante de Miraflores y sus lineamientos, cuestión que requiere, por ende, del mayor entendimiento y conciencia ciudadanas si se aspira a un verdadero sistema de progreso y a una democracia plena.
Correo del Caroní.