CLARENCE, Nueva York — Los estadounidenses están molestos.
Lo he escuchado de extrabajadores que perdieron sus empleos debido a los malos acuerdos comerciales con otros países, de los veteranos que esperan meses para ver a un doctor en el hospital y de los dueños de pequeñas empresas que luchan por mantenerse a flote debido a la reforma de salud impulsada por Obama. Los políticos han vendido nuestro país una y otra vez a favor de intereses particulares y el status quo. Finalmente, millones de estadounidenses dicen: “¡Basta!”.
Veo las fallas de los políticos en las vivencias de hombres y mujeres que trabajan duro en el oeste de Nueva York, a quienes represento en el Congreso. La compañía de cajas de seguridad SentrySafe, que alguna vez empleó a cientos en el área de Rochester, cerrará sus puertas este junio y mudará la mayor parte de su operación a México. Esto significa una pérdida de buenos trabajos, porque nuestro estado y los líderes nacionales no saben cómo fomentar los negocios para que se queden y crezcan en Estados Unidos.
El país no puede permitir que otro político profesional resida en la Casa Blanca. Necesitamos un líder que haya encarado situaciones de la vida real. Mientras los republicanos se preparan para votar en las primarias de Nueva York, tengo la esperanza de que envíen un mensaje claro de que creen que Donald Trump es ese tipo de líder.
Durante las últimas décadas, Trump convirtió su negocio familiar en una red de empresas con gran renombre. Una de las razones por las que los estadounidenses lo apoyan es su exitosa trayectoria y el compromiso que ha adquirido de llevar todo su conocimiento a la Casa Blanca. Cuando habla de ser un presidente que creará trabajos, ganará negociaciones y hará frente a nuestros enemigos, las personas creen en él porque es algo que ya ha hecho antes.
Para enmendar los errores cometidos por Obama, nuestro próximo presidente necesita hablar con franqueza acerca de los problemas que hay, explicar cómo los resolverá y tener la fuerza para tomar las acciones que se necesiten, sin importar cuán impopulares sean entre las élites de Washington.
Ser una persona ajena a la política que dice lo que piensa le ha dado una oportunidad para competir por la candidatura. Pero Trump continúa ganando porque su mensaje y sus ideas sobre cómo arreglar las cosas en Estados Unidos resuenan entre los votantes. Está comprometido a asegurar nuestras fronteras, a recuperar los trabajos del sector manufacturero que nos ha robado la clase media mexicana y china, así como a luchar en contra de los enemigos que amenazan nuestra forma de vida.
Algunas de sus propuestas le interesan a la gente de mi distrito. Su exigencia de que los países extranjeros dejen de hacer trampa en los tratados internacionales es especialmente bienvenida en el oeste de Nueva York, una región devastada por el Tratado de Libre Comercio, así como por otros acuerdos que se negociaron pésimamente.
Algunos de sus partidarios no están de acuerdo con todo lo que dice. Considero que su plan de deportar a 11 millones de inmigrantes ilegales que residen en Estados Unidos no es viable y que la propuesta de prohibir temporalmente que los musulmanes entren a nuestro país no terminará con el terrorismo de los grupos islámicos radicales.
Sin embargo su falta de tacto político muestra que es independiente y que entiende las preocupaciones de la gente. A diferencia de los políticos de carrera que adoptan posturas basadas en el miedo a perder elecciones o los intereses particulares de los acaudalados, Trump no le rinde cuentas a nadie, salvo a los votantes.
Aunque el Senador Ted Cruz y el Gobernador John Kasich tienen visiones firmes, ninguno posee las habilidades de negociación que Trump ha probado tener o la capacidad para promover un cambio real.
Sé de primera mano cuán importante es el conocimiento que posee Trump para mejorar la forma en que opera el gobierno. Pasé mi vida profesional comprando y reconstruyendo compañías que se encontraban en problemas, las cuales crearon y salvaron cientos de trabajos entre la clase media. Usé esa experiencia en 2007, cuando competí en el Condado de Erie, una región que fue devastada por la pérdida de trabajos en el sector manufacturero.
Allí tomé algunas decisiones duras que eran necesarias y convertí un condado que estaba endeudado y al borde de la bancarrota en uno con superávit. Creo que Donald Trump logrará los mismos resultados con Estados Unidos.
Los estadounidenses tenemos la oportunidad de cambiar el curso de nuestro país y restaurar la posibilidad del sueño americano para nuestros hijos y nietos. Durante mucho tiempo, la clase política le ha negado a los estadounidenses una voz real en el gobierno.
En esta elección los votantes buscan a un líder que los escuche por encima del clamor de los intereses particulares de Washington. Los votantes quieren un líder como Trump: un presidente ejecutivo, no un jefe político.