William Machado trabajó durante la temporada de lluvias en el la cosecha de los enormes frutos amarillos del cacao y luego en el secado de sus deliciosos granos. Su ardua labor forma parte de una de las industrias de exportación más preciadas del país sudamericano, pero Machado teme que sea en vano desde que el gobierno congeló las exportaciones.
“No tenemos nada. No nos está dando (beneficios) la producción. No tenemos compradores para el cacao”, dijo en un bosque tupido de árboles de cacao en El Clavo, un pueblo agrícola de vegetación densa, ubicado en la costa norte de Venezuela.
Dos semanas después de que el Ministro de Agricultura de Venezuela anunciara que su prioridad era reanudar las exportaciones de cacao, decenas de bultos todavía permanecían en las bodegas de almacenamiento.
La sorpresiva revocación de las licencias de exportación de algunos de los mayores exportadores de cacao por parte del gobierno venezolano fue la última estocada a una serie de problemas que azotan a una industria que en alguna época fue vista por las autoridades como una promesa en su intento de destetar a la nación de su dependencia petrolera, que representa el 96% de los ingresos por exportaciones del país.
El cacao fino venezolano, materia prima del chocolate, es uno de los más codiciados del mundo. Pero los vendedores no pueden enviar la cosecha a los clientes. Los granos que Machado procesó con técnicas que se emplean desde el siglo XVIII se encuentran todavía en bolsas de arpillera en la misma tierra donde fueron cosechados con machetes y extendidos al sol con rastrillos de madera.
Los trabajadores dicen que los granos empiezan a echarse a perder.