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No solo no cumplió Maduro su promesa de que el martes 24 de febrero presentaría las pruebas de la conspiración de Ledezma, sino que cuando intentó hacerlo, hace dos días (10 días después de su detención) fue para transmitirnos un video que, además, de chimbo, es ilegal. Entre otras cosas, porque se basa en testimonios de personas que en ningún momento demuestran que conocían al Alcalde Metropolitano, y mucho menos si los hechos que denuncian son verificables por otras fuentes que no sean ellos mismos.
Por si fuera poco, como lo denunció ayer el concejal de Copei en el Municipio, Libertador, Rogelio Díaz, “al hacer público el video, Maduro está incurriendo en un delito, pues el Código Penal prohíbe que pueda recabarse tal tipo de prueba sin autorización judicial”.
Y así, marcha esta exhibición de dictadura bananera que llevamos dos años siguiendo de asombro en asombro, porque está bien señor Maduro, que usted no conozca que la República tiene una Constitución y una estructura legal que la hace visible y factible, pero que las viole como hacían los caudillos pastoriles del siglo XIX, eso es sencillamente abominable.
Por tales motivos, no habrán pruebas para privar de su libertad a un funcionario que fue electo con casi un millón de votos de ciudadanos caraqueños y cuyo único delito es denunciar y enfrentar a una dictadura que es imposible aceptar exista en el siglo XXI y en un país del mundo occidental.
Una que dispone de matones a sueldo para liquidar cuanto manifestante sale a la calle a protestar sus tropelías y que hoy recibe el rechazo de la mayoría de los países de la región, de ONG y de organismos multilaterales de América y Europa.
Pero que, afortunadamente, ya no dispondrá de mucho tiempo, pues cada día es más contundente la decisión del pueblo venezolano de que la dictadura bananera de Maduro pase como una desgracia que no estaba en nuestro destino, ni nos buscamos.
Por Manuel Malaver / @MMalaverM