Sin embargo, ninguno de estos productores, pertenecientes o no a la OPEP, ha sido más perjudicado con esa baja que Venezuela, país que vivió durante los primeros años del actual siglo la llamada década dorada de las materias primas, durante la cual disfrutó precios petroleros por encima de los 100 dólares el barril con los que hizo posible el experimento del mal llamado Socialismo del Siglo XXI, con las nefastas consecuencias que todos conocemos.
Si bien la severa crisis económica actual no puede de ninguna forma atribuírsele a la caída de los precios petroleros sino a la equivocada y funesta política económica desplegada desde 2013 por el régimen de Nicolás Maduro, no es posible negar la influencia que esa baja -que ha llegado a estar por debajo de los 30 dólares el barril- ha tenido para el país.
Por ello cabe preguntarse si un eventual aumento en los precios del petróleo ayudaría a Nicolás Maduro a mantenerse en el poder y neutralizar de alguna forma la mala imagen y las fuertes críticas provenientes de la comunidad internacional, habida cuenta de que fueron justamente los altos precios del crudo lo que le permitió a Hugo Chávez desplegar su diplomacia petrolera, regalando crudo o vendiéndolo en condiciones más que favorables, a cambio del beneplácito y apoyo político por parte de numerosos países.
Pero primero que nada, antes de responder esa pregunta, cabe preguntarse si realmente subirán los precios del petróleo. Porque, a pesar de las recientes declaraciones de Maduro (secundado por Vladimir Putin) durante el XXIII Congreso Mundial de la Energía realizado en Estambul a principios de octubre, confiando en que los países productores de petróleo serán capaces de establecer nuevos mecanismos que aseguren mercados y precios del petróleo estables para un ciclo de diez años, hay que tomar en cuenta lo siguiente:
Primero, que la decisión de la OPEP de finales de septiembre deberá ser analizada en la próxima conferencia ordinaria de la organización, a celebrarse en Viena el 30 de noviembre, durante la cual el cartel deberá lograr un consenso unánime sobre ese congelamiento, para luego adjudicar cuotas por países, lo cual es bastante difícil en la situación actual donde cada socio produce la cantidad que le conviene.
El cumplimiento de las eventuales cuotas de producción es particularmente difícil para Irak e Irán, que estuvieron muy restringidos y sólo recientemente han logrado colocar sus crudos, una vez superados los escollos de la guerra y medidas impuestas por la comunidad internacional.
Segundo, que en el supuesto de que se logre la decisión unánime de la OPEP y se asignen cuotas de producción, la medida no tendrá efectos sino para bien avanzado el 2017, fecha que podría ya ser muy tarde para beneficiar a Maduro.
Tercero, que los precios acordados pueden bajar en cualquier momento, porque no hay que olvidar que una de las características propias del mercado petrolero es su volatilidad. El mercado tiene ciclos de alzas y bajas que no necesariamente obedecen a razones estrictamente comerciales, sino también a hechos tan variados como crisis políticas o religiosas en el Medio Oriente o en cualquier país productor de importancia. Esos imprevistos siempre han afectado la estabilidad del mercado, independientemente de las decisiones de los productores y del cumplimiento de acuerdos.
Para ejemplificar estos tradicionales vaivenes en el mercado petróleo baste señalar que, mientras desde Estambul el presidente de Rusia declaraba estar dispuesto a unirse a las medidas destinadas a limitar la producción de petróleo como único camino para preservar la estabilidad del sector energético y reequilibrar el mercado, al día siguiente Igor Sechin, el ejecutivo petrolero más influyente de Rusia y jefe de la gigante estatal de energía Rosneft -que produce el 40% del crudo ruso- aseguraba que su compañía no limitará su producción. Ello pone en evidencia lo difícil que resultará para Rusia lograr un recorte de producción como parte de un posible acuerdo con la OPEP.
Ahora sí, de nuevo la pregunta: Pero si, pese a todo, se da un aumento en los precios del petróleo, ¿se salvaría el régimen madurista? También muy difícil al menos a corto plazo, si tomamos en cuenta la magnitud de la crisis integral venezolana que va más allá de lo económico, que es una debacle que suma lo institucional, lo político, lo social.
Ni aun con un precio a US$ 70 el barril -el cual Maduro considera como precio “justo”- lograría el régimen equilibrar su balanza de pagos, enderezar la maltrecha industria petrolera y mejorar su economía, dadas sus profundas distorsiones estructurales, además del alto nivel de corrupción existente desde el gobierno, que dificulta aún más que los ingresos petroleros alcancen para satisfacer las necesidades de los venezolanos.
A diferencia de Venezuela, un eventual aumento en los precios del petróleo significaría una mejora en la calidad de vida para el resto de productores latinoamericanos, que tienen una economía diversificada, un sector energético en mejor estado y un mercado competitivo que beneficia a sus ciudadanos.
Vía Panam Post
*La autora es periodista con Maestría y Doctorado en Ciencias Políticas, especializada en política internacional. Es profesora titular de la Universidad Central de Venezuela, escritora en varios periódicos venezolanos e internacionales, y autora de varios libros