En días recientes, el presidente de Venezuela Nicolás Maduro ordenó dispersar a las multitudes de manifestantes que protestan en su país con una lluvia de balas de goma y latas de gas lacrimógeno que los efectivos de las fuerzas de seguridad arrojaron desde helicópteros. El gobierno también desplegó a milicianos vestidos de civil para desalentar a los manifestantes con el fin de que no sigan protestando en las calles.
Ha aumentado la presión sobre los opositores al inhabilitar a Henrique Capriles Radonski, gobernador del estado de Miranda, impidiéndole postularse a cargos públicos por los próximos 15 años; y continúan deteniendo a otros críticos. El gobierno ha tomado medidas para censurar a la prensa, bloqueó el acceso a las noticias digitales, prohibió la entrada de periodistas extranjeros al país y ha agredido a reporteros venezolanos.
A pesar de que en la más reciente ola de protestas callejeras se han reportado cinco muertes, los venezolanos no parecen ceder ante el gobierno autoritario de Maduro. El martes 11 de abril hubo una llamativa señal de disensión, pues los manifestantes le lanzaron huevos y piedras a Maduro mientras iba en un vehículo descapotado durante un desfile militar en el estado de Bolívar, donde su partido tradicionalmente ha gozado de un fuerte apoyo. Una coalición de facciones opositoras hizo un llamado para organizar una gran marcha este miércoles 19 de abril.
Es probable que esta última inestabilidad profundice la miseria de los venezolanos, que sufren una grave escasez de alimentos y no tienen perspectivas de que eso mejore. Después de todo, el gobierno de Maduro ha tenido un éxito considerable en otros momentos de agitación.
Sin embargo, esta vez podría ser diferente si los grupos opositores se ponen de acuerdo en torno a una lista de objetivos concretos y establecen una estrategia clara para abordar los problemas del país con la ayuda de la comunidad internacional. En el pasado han fracasado los intentos de construir un consenso sobre cuestiones como la liberación de presos políticos, un calendario para las elecciones que se han pospuesto indefinidamente y la distribución de la ayuda humanitaria.
Ahora que un creciente número de los gobiernos regionales están adoptando una línea más dura contra el gobierno venezolano, es más factible que Maduro haga concesiones.
Sin embargo, como ya es su costumbre, Maduro y sus aliados han ignorado estas presiones. Celebraron el cuarto aniversario de su elección presidencial publicando nuevos eslóganes en las redes sociales. Uno hablaba de “cuatro años de victoria y lealtad”. En otro se decía que el presidente es “indestructible”, un adjetivo sorprendentemente insensible para un líder que ha causado tanto daño.
Editorial The New York Times.