Por cuanto el plebiscito convocado para el próximo 16 de julio por la AN y la sociedad civil, no afecta decisiones constitucionales precedentes tomadas por la oposición democrática como la aplicación del Art, 350 de la Constitución a la dictadura de Maduro y el llamado a la desobediencia civil, entonces, puede asumirse como un acto refrendario que, en todo, reforzará la lucha que el pueblo venezolano lleva adelante para poner fin a la más terrible calamidad que el país ha sufrido en toda su historia.
Y que, esencialmente, se realiza en las calles, en los espacios abiertos de ciudades, pueblos, caseríos, campos, selvas y llanos, donde, no pasa un solo un minuto sin que la voz del pueblo brame en su empeño inagotable por restablecer la paz, la libertad, la democracia y el estado de derecho.
Por eso, el plebiscito más allá de discusiones legales y jurisdiccionales, debe verse como un acto político, como un impulso inscrito en la necesidad de despejar caminos para que la victoria advenga lo más pronto y lo menos costosa posible.
Esos caminos no son ajenos a la urgencia de definir la situación de hoy día desde el punto de vista de los cambios que se han producido en los últimos tres meses y que, si bien no han concluido en la derrota total y definitiva del castromadurismo, si han suscitado transformaciones en las fuerzas que empezaron confrontándose y lo harán hasta que una de las dos quede fuera de juego.
En este orden, nos parece que lo más significativo es anotar que el gobierno de Maduro ha perdido espacios -por lo que cada es menos gobierno y más oposición-y la oposición los ha ganado-por lo que cada día es más gobierno y menos oposición.
De ahí que, sea importante insistir en el hecho de que, cuando hablamos de “gobierno”, sin duda, hablamos de las fuerzas democráticas y sus poderes (calle, AN, Fiscalía) y cuando hablamos de “oposición”, nos referimos a Maduro y las fuerzas que todavía lo secundan (los poderes Ejecutivo, Judicial y Electoral)
Pensamos que el marco del plebiscito se presta idealmente para discutir estos cambios operados en los escenarios políticos, y los debata, introyecte y asimile como parte de las tareas que debe asumir sobre la marcha para que la victoria luzca más cercana y menos tortuosa.
En definitiva que, lo que queremos subrayar es que, llegó el tiempo, llegaron los días, en que la oposición debe sentirse, reconocerse y nombrarse como poder, para empezar a ser poder.
Del otro lado, lo que fue el viejo poder, el ancian regimen de los franceses, lo que queda de la dictadura de Maduro, no debe tomarse sino como los restos de una oposición irrita, desesperada y minoritaria que se las juega todas a que facciones de la FAN, de la GNB y los colectivos le sigan siendo fieles hasta el final, hasta el hundimiento, hasta la caída..
Ahora bien ¿qué hace, cómo procede y cómo actúa una fuerza política que se reconoce, se siente y es un poder que debe empezar a ejercerse?
Pues, en primer lugar, debe atacar y desmantelar a quienes lo desconozcan. Segundo, es urgente que se organice como poder y comience a administrar la sociedad donde se origina su legitimidad. Y tercer lugar, debe procurarse reconocimiento, tanto nacional como extranjero.
Estos son los temas que dejamos para la agenda del plebiscito, que llevaremos a las Asambleas que desde mañana empezarán a reunirse y que, sobre todo, pondremos en la calle, ante el poder del pueblo, que será el que apruebe o desapruebe estas novedades.