Manuel Malaver
Un terremoto siguió ayer al discurso del ministro de la Defensa, Wladimir Padrino López, advirtiendo que “no quiero ver más a un Guardia Nacional cometiendo atrocidades en la calle, y que cualquiera que se aparte de la línea del Estado sobre la preminencia del respeto a los Derechos Humanos, y no se comporte como un profesional, tiene entonces que asumir su responsabilidad”
En otras palabras que, todo un “cambiazo” con relación a la línea oficial de que, la represión contra opositores venezolanos de los últimos dos meses se había perpetrado dentro del estricto marco constitucional y de respeto a los Derechos Humanos, pero que al ser rechazada, nada más y nada menos, que por el ministro de la Defensa, Padrino López -el inmediato superior del Comandante General de la GNB, Antonio Benavides Torres-, nos ubica en la perspectiva de un conflicto que se desarrollaba, o empieza a desarrollarse, entre los dos cuerpos militares que fueron sostén primordial, el primero, de Hugo Chávez, durante los 12 años que se mantuvo en el poder; y el segundo de Nicolás Maduro, en el trienio que acaba de terminar.
Y que, en razón del papel que jugaron uno y otro en las décadas finales de la “Cuarta República”, se distanciaron al extremo que de que Chávez, para ganar adeptos en el Ejército en la intentona golpista del 4 de febrero del 92, les prometió que una de las primeras medidas a tomar al llegar a Miraflores, sería la disolución de la Guardia Nacional.
No cumplió su palabra, y fue porque, ya en la crisis política-militar del 2002-2004, percibió que la GN (ahora GNB) era insustituible como fuera operativa, y llegado el caso de captar a sus oficiales para incorporarlos a tareas “peligrosas” como el contrabando, el narcotráfico y el terrorismo, ningún cuerpo de la FAN tenía mejor disposición que el cuerpo que había fundado en general, Eleazar López Contreras…
Y de esos años comienza el papel estelar de la GNB y sus generales en el castrochavismo, de esos años data su conversión en una fuerza profundamente corrompida, pero que comandada por generales como Néstor Reverol y Antonio Benavides Torres, podía disputarle al Ejército su primacía como cuerpo fundamental para que la revolución y el socialismo no sufrieran más sobresaltos.
Sin embargo, no fue sino con el ascenso a la presidencia de la República del exlíder autobusero, Nicolás Maduro -a raíz de la muerte de Chávez el 5 de marzo del 2013-, cuando la antigua “bete noire” de la Fuerza Armada Nacional, la GNB, se eleva alturas que, sin ninguna exageración, permiten hoy establecer que ha suplantado al Ejército como el soporte básico del nuevo régimen, el castromadurismo.
La clave del fenómeno reside en que, no siendo Maduro un militar, sino un civil con una oscura carrera burocrática, que jamás se pensó podría disputarle al teniente ® del Ejército, Diosdado Cabello, la sucesión del “Comandante Eterno”, una vez que la obtuvo, se vio solo sin apoyos políticos, sociales y, mucho menos en una FAN que, esperó y aspiró que el nuevo presidente de la República saliera de sus filas, del Ejército.
Maduro se recostó entonces de la GNB, que también estaba buscando un Jefe, un Comandante, un Redentor y nadie más apropiado que este dirigente obrero entre comillas que, desde que tomó el poder comenzó a hacer su títere, pero a cambio de que la GNB pasara a ser su guardia pretoriana, o de sicarios.
Y así llegamos a los meses de abril y mayo del 1017, cuando la gran crisis política, económica y social que arrastraba el país desde el 6 de diciembre del 2015, explotó en una insurrección, rebelión o guerra civil de calle, en la cual, las grandes mayorías de nacionales se han lanzado a la lucha o para obligar a Maduro a respetar la constitución convocando unas elecciones regionales, locales o generales, o a abandonar el poder.
Es un choque que ha enfrentado al pueblo, de un lado; y de otro, a la GNB, la PN, y grupo, de paramilitares que llaman “colectivo”.
Una confrontación entre cientos de miles, millones de demócratas civiles desarmados que, luchan, pacíficamente, contra cuerpos represivos armados, de los cuales, el más represor, criminal y asesino es la GNB.
El ejecutor de las atrocidades de que habla Padrino López, la fuerza que, pisoteando la Constitución y violando los Derechos Humanos, está gravemente implicada en asesinatos, torturas, lesiones a cientos de detenidos y allanamiento e intentos de incendios de urbanizaciones de clase media y barrios donde habitan humildes ciudadanos.
Acusada ahora desde una alta autoridad del Estado, sometida al juicio y examen de organismos públicos y privados, nacionales y extranjeros que, empezarán desde mañana mismo a pedirles cuentas a Reverol, Benavides Torres y sus sicarios.
E, igualmente, a la FAN, naturalmente a la alarmada por la forma como emplea y usa Maduro a la GNB para imponer el parto de los montes de una Constituyente que es, simplemente, para barrer el legado constitucional de chavismo que se expresó en la CNBV que, piensa Maduro barrer para implantar una a su medida, una de la que saldrá tatuado como presidente vitalicio, y la FAN constituida por un solo cuerpo, la Guardia Nacional de Néstor Reverol y Benavides Torres.