Indignada porque ni le pasaron la presidencia pro tempore del Mercosur, ni le dejaron participar en la reunión en la que se discutió la disyuntiva diplomática, la canciller de Venezuela Delcy Rodríguez se despachó contra los gobiernos de Paraguay y de Brasil, y de paso le cobró cuentas al secretario general de la OEA, Luis Almagro.
Delcy dijo que el Mercosur está afectado de “almagritis”, con referencias a lo que percibe como corrimiento a la derecha del perfil ideológico del bloque, y como uno de los “mandados” políticos a los Estados Unidos. Así, la titular de la diplomacia bolivariana puso sobre el tapete una nueva enfermedad.
Almagro es un diplomático uruguayo que hizo carrera política junto al senador José “Pepe” Mujica, que fue presidente del Uruguay en 2010-2015 y que fue quien le dio impulso para llegar a dirigir la Organización de los Estados Americanos.
Este lunes 11, los cancilleres del Mercosur se reunieron en Montevideo para considerar qué hacer con la Presidencia del bloque, que Uruguay tenía desde diciembre y debía traspasar ahora. Eso se hace cada seis meses y por orden alfabético. Luego de Uruguay, viene Venezuela.
El presidente del Uruguay, Tabaré Vázquez, aunque es del mismo partido que Mujica, siempre busca desmarcarse del estilo de éste. “Como digo una cosa, no digo la otra”, dice Vázquez. Eso, porque se ha hecho famosa la expresión “como te digo una cosa, te digo la otra”, en el entendido de posturas cambiantes y anuncios que pueden o no concretarse.
“Lo jurídico está por encima de lo político”, afirma Tabaré, como contraposición de la polémica afirmación de Mujica en 2012, cuando junto a Brasil y Argentina aprovecharon una suspensión a Paraguay para apurar el ingreso de Venezuela al Mercosur aunque eso no se ajustaba a las normas.
Entonces, Vázquez no quiere dar lugar con hechos a que se interprete que actúa igual que Mujica. No es que apoye a Maduro ni que adhiera a la causa bolivariana. Vázquez se quiere sacar la presidencia del Mercosur porque no le corresponde arrogarse esa calidad.
Justo este momento cayó cuando Venezuela tambalea política y económicamente, y cuando Argentina y Brasil cambiaron de gobierno y no quieren saber nada con los bolivarianos. Y justo la “v” viene después de la “u”.
El lunes hubo reunión en Montevideo, pero los socios fundadores de 1991 acordaron que era entre ellos, sin la participación del socio que entró en 2012, ni la del que está en trámite de asociación. Ni Venezuela, ni Bolivia entraron a la sala.
Sólo se aceptó que Uruguay y Argentina recibieran a la canciller de Venezuela para contarle lo que estaban decidiendo, que ante la falta de consenso, se posterga el pasaje de la Presidencia del Mercosur, hasta que haya una definición.
Delcy se retiró enojada del Palacio Santos, sede de la diplomacia uruguaya, y dijo que el Mercosur se vio afectado por la “almagritis”. Y para definir esa “enfermedad”, aludió a que se trata de “la derecha vulnerando los estados de derecho”.
“Itis” es una inflamación. Y eso es la “alteración patológica de una parte cualquiera del organismo, caracterizada por trastornos de la circulación de la sangre” así como “por aumento de calor, enrojecimiento, hinchazón y dolor”. Sudamérica tiene algo de eso. Está cambiando la “sangre” de los países, por mutación ideológica en el vértice de poder político, y eso genera trastornos.
El final de un ciclo económico de bonanza deriva en malhumores, que se suman a los disgustos populares por el descubrimiento de casos de corrupción tremendos en Brasil y Argentina, por ejemplo. Eso genera “aumento de calor” popular. Y hay “dolor”, que se da por el cambio de signo en la producción y consumo, y en los ajustes que se están haciendo en el cono sur, para equilibrar cuestas que están en rojo.
Los gobiernos de Mercosur están preocupados por esto. Y los chisporroteos con Venezuela son más una molestia que una inquietud.
La canciller bolivariana utilizó la expresión “almagritis” para pegar con un mismo cachetazo, a los que cuestionan a su gobierno, por no cumplir los principios de democracia, por mantener presos políticos y por reprimir la libertad de expresión.
“Itis” también es una infección. E “infectar”, alude al efecto de virus o bacterias, así como a “corromper con malas doctrinas o malos ejemplos”. Para Brasil y Paraguay, en forma explícita, y para los gobiernos de Argentina y de Uruguay, con disimulo, el “socialismo bolivariano” es un “virus”.
Años atrás pareció que prendía en zonas del continente, como Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Argentina. Pero ahora está en retroceso. Ni “almagritis”, ni “chavitis”. Sudamérica tiene un nuevo perfil político-ideológico. Y Venezuela queda cada vez más en el borde de cualquier alianza.
Demoran en darle la Presidencia; lo dejan a un costado, y dejan pasar el tiempo. Está dentro del bloque en lo formal, pero en los hechos está afuera de la toma de decisiones.
Nelson F. Salvidio