Cuando el pasado 28 de febrero Morgan Freeman confirmó sobre el escenario del teatro Dolby de Los Ángeles que “Spotlight” era la película ganadora del Oscar de ese año, muchos celebraron, junto al reconocimiento otorgado a la fantástica obra dirigida por Thomas McCarthy, el homenaje que en la misma se hacía a una forma ejemplar de entender el periodismo. Porque en estos tiempos de la inmediatez, de las redes sociales y de la exaltación del (mal llamado) periodismo ciudadano, vale la pena reivindicar la integridad en la investigación sin arredrarse ante los poderosos, la búsqueda de la verdad como ejercicio de servicio público y una manera de contar historias que respete la inteligencia del lector. Todo eso es lo que representa Martin Baron, actual director del prestigioso Washington Post, y máximo responsable del Boston Globe cuando se destapó el escándalo de abusos a menores por parte de algunos miembros de la iglesia católica que se cuenta en la película (el personaje de Baron es interpretado por el actor Liev Schreiber, papel por el que fue nominado al Globo de Oro). El periódico ganó en 2003 el premio Pulitzer por esta historia.
Para Janice Page, compañera de Baron en el Boston Globe, “Marty representa la forma más pura de periodismo. Quieres creer que ese tipo de director de periódico es más que solo un ideal. Es como ver a Santa Claus y pensar: guau, alguien así existe realmente”. Page realizaba estas afirmaciones en un artículo de la revista Esquire en el que se preguntaban si Martin Baron era el mejor director de periódico de todos los tiempos. Tal es el compromiso y la pasión que demuestra por una profesión demasiadas veces pervertida, pero cuya misión debería ser “pedir cuentas al poder”.
Lejos de asustarse ante el reto del mundo digital, el director del Washington Post considera que la posibilidad que ofrece Internet al usuario de criticar a los medios y buscar fuentes alternativas de información es un gran avance. Y, precisamente por eso, los periodistas deben mostrarse más que nunca “independientes de todo partido, toda ideología y todo dogma”. La tecnología, según Martin Baron, es una gran aliada del periodismo que obliga a los profesionales a adaptarse, pero no un enemigo al que combatir. Porque al final, como él mismo ha venido demostrando en más de 30 años de profesión, lo esencial es cómo se cuentan las cosas “y no hay máquinas que puedan generar una buena historia”.