Editorial PanamPost
Este fin de semana hubo mucha cobertura mediática acerca de los políticos latinoamericanos que se oponen a la posibilidad de un embargo de Estados Unidos contra la importación de crudo de Venezuela.
Según sus argumentos, parar por completo la compra de crudo venezolano, la llamada “opción nuclear” de la administración Trump en contra del régimen hamponil y dictatorial de Nicolás Maduro, podría afectar negativamente al pueblo venezolano.
Es la opinión de este medio que tales preocupaciones son infundadas. Venezuela está al borde de una acérrima guerra civil, y es sólo a través de las sanciones más severas posibles contra este régimen cruel y delincuente, que el dictador Maduro y sus aliados en Cuba pueden verse obligados a aceptar una solución diplomática.
Fuente de @WhiteHouse dijo a @WSJ que parar compra de crudo de Vzla es pegarle a @NicolasMaduro "donde más le duele" https://t.co/mBZdAk0FQA pic.twitter.com/g5740QMzOD
— PanAm Post Español (@PanAmPost_es) July 19, 2017
Ayer, el diario estadounidense The Washington Post presentó un resumen de las objeciones en contra de las sanciones petroleras por parte de Estados Unidos en un excelente artículo escrito por Anthony Faiola. Usando el resumen que presenta Faiola, buscaremos refutar cada argumento en contra de las sanciones:
Es una medida demasiado fuerte
Quienes se oponen a las sanciones argumentan que Venezuela no podrá alimentar a sus ciudadanos ni importar medicamentos sin los ingresos que le brinda al régimen su odiado enemigo, Estados Unidos, por medio de compras petroleras.
Esto es falso. La escasez de comida, medicamentos y la mayoría de productos básicos se ha dado en Venezuela desde finales del año 2014, cuando el precio del petróleo aún superaba los USD $100 por barril y nadie amenazaba al régimen chavista con sanciones
Como hemos escrito en estas páginas con frecuencia, la realidad es que la escasez de productos básicos en Venezuela no está relacionada al precio del petróleo, sino que es el resultado de la implementación fanática por parta del régimen chavista de las mismas políticas socialistas que han producido en el pasado hambruna e inanición en la Unión Soviética, China y en toda otra nación que ha intentado instalar un sistema económico marxista.
Los venezolanos podrían alimentarse y tener acceso a medicamentos , aún con ingresos externos mucho menores a los actuales, si el gobierno permitiera que funcionen las fuerzas del mercado, y si oficiales corruptos del ejército no obtuvieran una jugosa mordida de cada dólar de importaciones que entra hoy a Venezuela.
Como mencionamos en un artículo reciente, la población de Venezuela es casi idéntica a la de Perú, como también lo son sus ingresos que provienen de las exportaciones. No obstante, los venezolanos enfrentan hambre mientras que Perú prospera y hasta exporta productos comestibles. Es evidente entonces que los problemas que actualmente afectan a los venezolanos no son el producto de una falta de fondos, sino de la ideología socialista aunada a un régimen con niveles de corrupción superiores inclusive a los de los peores países africanos.
Por otro lado, cuando un país tiene por lejos la inflación más alta del mundo, superando el 1.000 %, según Steve Hanke, respetado economista de la Universidad Johns Hopkins, a la mayoría de ciudadanos no le alcanza el dinero para comprar comida inclusive cuando está llega a los mercados. Como reportóel New York Times el fin de semana, la mayoría de los manifestantes que han tomado las ciudades venezolanas durante los últimos tres meses mencionan el hambre como uno de los factores que los impulsó a salir a las calles en primer lugar.
La estrategia del régimen de Maduro es propagar la idea de que la economía venezolana se encuentra en una espiral de la muerte por causa del colapso de los ingresos petroleros. Pero esto es falso.
Mientras su población muere de hambre, los líderes del régimen han acumulado fortunas enormes. Según Luis Almagro, Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), el vicepresidente de Venezuela, Tarek El-Aissami, a quien la Tesorería de Estados Unidos acusa de ser el líder de una banda narcotraficante internacional, ha obtenido una fortuna de USD $5 mil millones. Esta suma es suficiente para alimentar a la mayoría de los venezolanos durante casi un año.
Resistencia venezolana destacada en portada del New York Times https://t.co/YpUU9JkIZa pic.twitter.com/YbOQoASAAU
— PanAm Post Español (@PanAmPost_es) July 24, 2017
Este es el argumento más débil en contra de un embargo. Si Venezuela fuera un país próspero y su economía colapsara de pronto por causa de un embargo estadounidense, Maduro en efecto podría culpar a Washington de una crisis. En este caso, sin embargo, los venezolanos han aguantado hambre y sufrido bajo la escasez extrema de medicamentos, papel higiénico, jabón, pañales y casi todo otro producto imaginable desde finales del 2014. Es incomprensible pensar que, de un momento a otro, los millones de venezolanos que se han manifestado en las calles a favor de un cambio de gobierno empiecen a culpar a Estados Unidos de sus problemas. Venezuela en el 2017 no es Cuba en 1958 inclusive si el argumento tradicional en contra del embargo frente a Cuba fuera verídico, el cual no lo es.
El mundo debe saber que hoy los venezolanos no están luchando en contra de una sola dictadura, sino de dos. La lucha interna en Venezuela se da en contra de Raúl Castro al mismo tiempo que se da contra Nicolás Maduro.
El régimen de #Venezuela tiene sangre en sus manos y deberá rendir cuentas por ello pic.twitter.com/ureBDYzBXP
— Luis Almagro (@Almagro_OEA2015) July 19, 2017
El hecho es que Cuba es como una sanguijuela chupando la sangre de Venezuela. Mientras el régimen comunista cubano pueda obtener algún ingreso de Venezuela, usará toda herramienta a su disposición para mantener a Maduro en el poder. La sangre que chupa la sanguijuela cubana es el flujo de dólares que obtiene Venezuela al exportar crudo a Estados Unidos.
Al importar crudo venezolano, Estados Unidos no ayuda a alimentar al pueblo venezolano. Ayuda a Raúl Castro a evitar malestar en Cuba porque una buena porción de esos fondos terminan en La Habana, mas no en Caracas.
Cuba es un país quebrado. Irónicamente, su ejército de ocupación en Venezuela no se puede mantener sin los fondos que paga su enemigo, Estados Unidos, por petróleo venezolano. Si se paraliza el flujo de dichos fondos, Castro tendrá que escoger entre mantener su presencia en Venezuela y la hambruna en Cuba. Su decisión será retirarse y, cuando lo haga, Venezuela se librará también de Maduro y sus secuaces.
Los burócratas del Departamento de Estado de la era Obama probablemente se opondrán a un embargo petrolero. Deben ser ignorados.
La fracasada política de Obama de apaciguar a Venezuela y a Cuba durante ocho años dejó a la administración Trump enfrentada con un inmenso desorden. Estados Unidos enfrenta la mayor amenaza en su propio hemisferio desde la Crisis de los misiles en Cuba, y el culpable es el Departamento de Estado de Obama.
Confiamos en que, al sancionar al régimen de Maduro con un embargo petrolero, Trump podrá no sólo retomar la iniciativa en la región, sino también enviarles el mensaje a aquellos regímenes latinoamericanos como Nicaragua y Bolivia de que, una vez más, Estados Unidos está comprometido en la lucha en contra de los enemigos de la democracia.