Un gran interrogante recorre en estos días todo el espinel de la Cancillería y los despachos de varios embajadores extranjeros: ¿por qué Macri no toma una posición más dura ante la crisis de Venezuela?
La parsimonia con que la Argentina mira hoy la situación de Venezuela despierta curiosidad. Los llamados de alerta desde Caracas no faltaron en los últimos días: a la crisis humanitaria por la falta de alimentos y la huida en masa de venezolanos a Colombia se le sumó la decisión de la Corte de Apelaciones que ratificó la sentencia contra Leopoldo López, condenado a 14 años de prisión por participar de una protesta antichavista en 2014. Son hechos que varios presidentes encuadraron en el contexto de violación a los derechos humanos pero que Macri ahora prefirió no definir.
A esta altura, el Gobierno fijó una suerte de doble estándar y múltiple discurso para el caso Venezuela: por un lado, la canciller Susana Malcorra apuesta al diálogo y la mesura. En tanto, el Presidente lanza algunas diatribas espasmódicas por los medios contra el régimen de Maduro. «Ese doble juego está acordado de esa manera», admitió a LA NACION un destacado funcionario del Gobierno. ¿Doble discurso en materia de derechos humanos al igual que el kirchnerismo? Nadie responde.
En la campaña electoral Macri cuestionó duramente la situación de Venezuela y prometió exigir el cumplimiento de la Carta Democrática en la OEA para separar temporalmente del plano internacional a Maduro. Algo similar repitió en su primer cumbre del Mercosur en febrero. Desde ese entonces, la situación empeoró en las tierras chavistas inversamente proporcional al enfriamiento que mostró la posición de Macri.
El director ejecutivo de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco acaba de presentar en Buenos Aires un informe que documenta torturas, detenciones arbitrarias y duras persecusiones a disidentes de Maduro. La decisión de presentar ese informe en la Argentina no es casual: «Macri debe asegurarse que no haya ambivalencias y que su gobierno adopte una estrategia capaz de incidir en la crisis de Venezuela», dijo Vivanco. Es lo mismo que opinan, sin poder decirlo abiertamente, varios diplomáticos extranjeros y funcionarios de alto rango del Palacio San Martín.
A simple vista, se podrían observar tres motivos centrales para tratar de entender por qué la Argentina muestra esa ambigüedad ante el caso venezolano:
La crisis del Mercosur. En el Gobierno creen que una postura más dura contra Caracas podría quebrar definitivamente el Mercosur. La asunción de Venezuela a la presidencia pro témpore del bloque en forma unilateral y sin consenso desató una grave crisis institucional en el Mercosur. Si a ello se le suma una presión mayor la bomba puede estallar, evalúan en la Casa Rosada. Para atenuar la crisis, la Argentina propuso una presidencia colegiada que ya rechazó Venezuela. La foto de un Mercosur estallando por los aires no podría ser peor para Macri, quien tejió desde que llegó al poder una negociación tendiente a que el bloque regional empiece a trabajar por un tratado de libre comercio con la Unión Europea.
La votación de la ONU. La candidatura de Malcorra a la secretaría general de la ONU depende de lo que definan los 15 miembros del Consejo de Seguridad de ese organismo. Venezuela, en alianza táctica con China y Rusia, podría vetar las aspiraciones de la canciller argentina y derribar de un plumazo aquel sueño dorado si Macri opta por enfrentar abiertamente a Maduro. «Debemos ser cautos en estos momentos y no tomar una decisión apresurada que después tengamos que lamentar», comentó un funcionario que conoce muy bien a Malcorra. La canciller de Macri evita todo tipo de peleas con Caracas. Los dichos recientes de Malcorra son una muestra exitosa de ese equilibrio mayúsculo: «Prefiero no responderle a Delcy Rodriguez que es una fuerte defensora de la perspectiva de Venezuela. Las cuestiones diplomáticas no se dirimen a través de la prensa», dijo la canciller a LA NACION y otros medios cuando le pidieron una definición sobre las expresiones de su par venezolana quien había sostenido que Macri «busca romper el Mercosur». ¿Excesivo cuidado por la diplomacia argentina o por el voto en la ONU?
La mediación papal. Existe un marcado deseo del Gobierno para que la cuestión Venezuela no la defina Macri ni el Mercosur, la Unasur o la OEA. Que quede en manos del Papa Francisco. «El Papa me reiteró que estaba dispuesto a involucrarse en un mecanismo de mediación. Da la impresión de que estamos cerca de que el Vaticano esté dispuesto a participar en la crisis de Venezuela. Estamos cerca de armar un mecanismo que incluya al Vaticano en el diálogo por Venezuela. El Papa puede ayudar en la ampliación de diálogo», reveló la canciller.
-¿Esto es impresión, información o deseos de la Argentina?, preguntó LA NACION a Malcorra.
-Quizás haya una mezcla de un gran deseo de que esto ocurra y una impresión de que puede ocurrir. Sabemos que el rol del Santo Padre en la diplomacia siempre fue muy importante. Lo vimos en el acercamiento que lograron Estados Unidos y Cuba», respondió.
Una intervención papal en la crisis de Venezuela deslindaría a Macri del peso de tener que adoptar posiciones duras de la Argentina. No será fácil porque los tiempos del Vaticano son laxos. En los próximos días llegará al país una delegación de diputados opositores al chavismo para pedirle a Macri mayor firmeza ante Maduro. Y nadie podrá decirles que Dios es argentino y que el Papa solucionará todos los males de Venezuela. Aún faltan muchos milagros divinos para que todo eso ocurra.
Martín Dinatale, Diario La Nación.