Podría ser las tres cosas, de tan poderoso fue el mandato que recibió el ministro de la Defensa del presidente de la República, y en circunstancias, que la Constitución no le da facultades al jefe de Estado para nombrar un superpoder paralelo que gobierne por encima de las autoridades legalmente constituidas.
Porque (no lo olvidemos) el superministro, vicepresidente o presidente, Padrino López no le dará cuentas a nadie, pues al no estar su nombramiento pautado en ninguna norma constitucional, tampoco hay autoridad política, legislativa alguna que lo controle.
Hay otro detalle que no conviene soslayar: el ministro de la Defensa y Comandante General del CEO y del Ejército, llega al superministerio con su propia burocracia: los oficiales, suboficiales, tropas y soldados de la FAN que ya empiezan a tomar aduanas, puertos, aeropuertos, carreteras, autopistas, fábricas, fundos y comercios como si fueran una fuerza de ocupación cualquiera.
Y a temblar civiles, del partido, ideología, raza, religión, edad o sexo que sean. No cumplieron su trabajo, como una vez dijeron Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez (generales) y ahora calarse a Su Majestad: Los Militares.
Por eso la entrega del poder ayer por parte del civil, Nicolás Maduro al general, Padrino López, aparte de ser la confesión de un fracaso, es también la elección por un mal menor: la dictadura de los militares amigos y compinches, antes que a la democracia civil de Henry Ramos, Julio Borges, Henrique Capriles, Leopoldo López, María Corina Machado, Antonio Ledezma y Manuel Rosales que vienen a meternos presos.
Pero con la caída del procerato civil de la revolución, también cae la revolución misma, pues se suponía que eran los civiles del PSUV, de los poderes públicos y de las gobernaciones y alcaldías quienes podían sostener los valores del socialismo y traspasárselos a los militares.
Sucedió lo contrario, los civiles se robaron todo, incluidos los valores, y, lo que es peor, no saben gobernar.
Son los autores de una catástrofe humanitaria, de un genocidio, de un crimen de lesa humanidad, de un país en ruinas, de una tierra en la cual pobres y ricos se mueren de hambre, donde niños, adultos y ancianos mueren por falta de medicinas y bandas de todas las hampas se pasean impertérritas como los dueños de vidas y haciendas de los ciudadanos.
Y en el “!Sálvese quién pueda!” estos militares de Padrino López que, vienen a limpiar las líneas de abastecimiento, de almacenaje, de distribución y venta de los civiles bachaqueros que lo han corrompido todo, y ¿por qué no?, también a los militares descarriados que se han enriquecido con ellos.
Y llegan a ver si las gentes comienzan a encontrar algo que comer, y medicinas con que curarse sus enfermedades, a sentir un poco de seguridad en este país donde se puede tropezar con un tiro en la frente hasta en misa.
Pero no pasará nada si Padrino cree que el problema es con los bachaqueros y no con Maduro y su socialismo, que no solo traen a cuesta la pasión genocida de acabar con la producción de bienes, sino de robarse todos los dólares con los que podrían importarlos.
También es con los dictadores cubanos, Fidel y Raúl Castro, que inventaron el “socialismo vampiro”, por el que una dictadura comunista vive exclusivamente de las ayudas que les succiona a otros países. Ayer la Unión Sovietiva, hoy Venezuela.
Pero son urgencias que se irán arreglando, mientras lo decisivo ahora es acercarse a negociar con la oposición cómo se puede sacar a Maduro lo más pronto posible y de la manera menos traumática posible. ¿Referendo Revocatorio, este mismo año, el próximo, renuncia de Maduro? Puede ser, porque hay que convencerse: el futuro es de la oposición democrática y no de los chiflados del difunto Chávez y Maduro. Si no, pensemos en el país que pronto va a estar inundado de Gobernadores y Alcaldes opositores y los generales en Fuerte Tiuna, no van a estar aislados como un cárcel de alta peligrosidad o un manicomio de locos furioso
Por su parte, los militares de Padrino López le dejan un mensaje a quien quiera oírlo: en Venezuela no hay gobierno de transición viable sin los militares, los militares que están en el poder, y ello significa que una negociación sobre una Ley del Perdón es inevitable.
Por ahora solo hay que persignarse por un muerto: el vicepresidente, Aristóbulo Istúriz, que fue “negriao” por sus amigos revolucionarios otra vez.